La buena noticia que para las aerolíneas parece suponer el desplome del barril del Brent hay que cogerla con pinzas, pues ni los efectos positivos lo son tanto, ni hay que olvidar que ello trae consigo consecuencias nada agradables.
Iberia, como otras compañías, juega con las múltiples coberturas a la hora de comprar fuel, que van destinadas sobre todo a inmunizarse dentro de lo posible de la volatilidad, de forma que ni antes era tan negro ni ahora todo es de color de rosa. Air Europa, por ejemplo ya ha reconocido que tenía firmado hasta el pasado diciembre la compra de petróleo a 95 dólares el barril.
A ello hay que añadir la fortaleza del dólar, que para una empresa que trabaja en euros, el tipo de cambio actual le aminora al petróleo parte del drástico descenso sufrido en las últimas semanas.
En la cara positiva para la aerolínea de IAG hay que apuntar que hoy los Airbus A340 que tanto lastre representaban antes, ahora no lo son tanto y se valora especialmente que su alquiler es más barato que otros modelos como el A330, que tiene más complicada la operación en destinos altos y cálidos como lo son Bogotá o Ciudad de México, donde no ha entrado Air Europa a la espera de recibir sus nuevos 787.
Pero en el otro lado de la moneda no hay que olvidar que la caída del petróleo ha sido un torpedo para las finanzas de Venezuela, certificando lo titánico de cobrar la millonaria deuda del país con las compañías.
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Rizar el rizo y ganar tiempo.
Es mi personal conclusión de esta situación claramente favorable y de beneficio directo hacia la reducción de costes, que por volátiles excusas, no se quiere aplicar decididamente a las tarifas, con la misma velocidad que sí sucede cuando el precio del Brent ha aumentado.
En aquellas oportunidades, ninguna aerolínea salió a comentar que disponían de "tiempo de cobertura" en sus compras,y los incrementos tenían efecto inmediato.
Ahora presentan este argumento para dilatar lo evidente : continuar aumentando sus beneficios,-casuales, no por buena gestión-, mientras a la par ciertos personajes del viejo estilo español, que aún conducen grandes empresas, se sientan a imponer condiciones de precariedad laboral a sus colectivos, en pos de la mejora de productividad...
Nunca terminaremos de alimentar a la bestia de la ambición.
Efectivamente José Gustavo. Hace años hice una consulta al Departamento Comercial de Air Europa e Iberia de porque no se reducía la tasa YQ (suplemento de carburante) cuando el petróleo estaba bajando. La respuesta fue que el petróleo se compraba a mínimo 6 meses y que era demasiado pronto para repercutir la bajada. Mi réplica fue que porque entonces subía inmediatamente dicho recargo en cuanto empezaba a subir. La callada por respuesta.
Independientemente de para cuando compren o no el petróleo, el verdadero timo es ese recargo de carburante que colaron tan alegremente como tasa. Creo que Europa se está empezando a hartar de ese recargo. Espero que investiguen y se vuelva a la normalidad: las tasas son tasas (RAE: Tributo que se impone al disfrute de ciertos servicios o al ejercicio de ciertas actividades) y la tarifa es tarifa (precio)
Bata ya de mandangas: las tasas se pueden cambiar arbitrariamente mientras que las tarifas están sujetas a ciertas normas de emisión.
Pero lo peor no es que me sienta timada yo como agente de viajes o mis clientes como usuarios de aerolíeas. Como toda víctima hemos aprendido a agachar las orejas y creernos sujetos sin derecho a derecho... LO PEOR ES QUE ESTÁN ESTAFANDO AL ESTADO ESPAÑOL: si tú a un billete doméstico le sacas de la tarifa parte de su precio dejas de repercutir un IVA, un IVA que la compañía aérea tendría que ingresar en Hacienda... sólo en ciertos vuelos (los corporativos) Hacienda saldrá comido por servido ya que dicho IVA se declarará como soportado.
Así que si, independiente de que el petróleo suba o baje, espero por el bien de todos que estas estafas realizadas a la vista de todo el mundo por grandes compañías a las que seguro se les llena la boca con términos como "responsabilidad social", se dejen de llevar a cabo.
Hacienda no somos todos, ni de lejos. Hacienda soy yo, no Globalia ni Iberia. A ver si al menos empezamos a llamar defraudadores a los que defraudan