Alemania, una de las grandes potencias emisoras del planeta, no solo envía turistas al exterior con cuentagotas, sino que tanto el turismo doméstico como el receptivo siguen registrando niveles ínfimos.
Según los datos preliminares recabados por la Oficina Federal de Estadística del país, febrero se cerró con 7,2 millones de pernoctaciones, lo que supone un desplome interanual del 76%. El número de huéspedes nacionales se reduce un 73,6%, hasta 6,4 millones, mientras que el de extranjeros lo hace un 86,2%, con 800.000.
La falta de demanda obliga a los empresarios hoteleros a mantener buena parte de los establecimientos del país cerrados. Según revela DRV, de los aproximadamente 51.000 alojamientos registrados, solo 29.300, el 57%, permanecen abiertos.
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