La aviación salvará a los agricultores americanos

Todas las aerolíneas, convencidas de qué el avión eléctrico tardará mucho en llegar, si es que llega, se han volcado en el SAF, combustibles producidos a partir de productos que consumen CO2 y que, por ende, presentan un saldo ambiental neutro.

El tema es así: son combustibles que cuando se consumen, emiten gases. Pero emiten los mismos gases que consumieron en su producción. Como, por ejemplo, el maíz. Cuando se planta maíz, el maíz consume CO2, limpiando la atmósfera, como hacen todos los vegetales. Pero después lo emiten, sin que eso tenga impacto alguno.

Esos son los combustibles SAF, que parecen ahora ser la única solución de la aviación y en cuya producción se han volcado casi todas las petroleras (La producción de SAF, una oportunidad histórica para la España vaciada).

Los productores de maíz de Estados Unidos, intensivos, masivos, han visto su oportunidad para sobrevivir. Es la mejor oportunidad que tienen para seguir adelante.

¿De qué viven hoy los grandes productores de maíz americanos? En un 60 por ciento, de la producción para consumo humano y animal. Pero eso significa que pronto tendrán que cerrar porque el 40 por ciento restante, que es la producción para combustibles de coches va a morir. El coche eléctrico acaba con este consumo. Y cuando eso iba a suceder, aparece como un maná el combustible de aviación.

“Es una línea de vida”, dice uno de los productores. Se necesita una planta de 850 millones de dólares para hacer combustibles de avión. Esta es la salvación del sector. Mientras los coches se vuelcan en la electricidad, el combustible de avión emerge como alternativa.

Ya ahora el consumo del etanol que se hace con el maíz ha caído un 12 por ciento y se piensa que en poco tiempo más caerá del todo. El secretario de Agricultura estadounidense anuncia que el futuro del maíz ya no es el etanol sino la aviación. Aunque para los agricultores aún faltan certezas.