El absurdo del Imserso

No tengo ningún dato que me permita dudar de la limpieza del concurso de adjudicación de los todos los lotes de viajes del Imserso a Ávoris. Sin embargo, sí tengo la impresión de que, igual que se lo ha llevado este grupo, se lo podían haber llevado cualquier de los otros concursantes (Imserso: Ávoris se hace con la gestión total de los viajes).

Y esto se aplica a cualquier concurso convocado por la Administración: es, en el mejor de los casos, una lotería. En el peor, no lo califiquemos.

¿Por qué?

La puntuación se deriva de una matriz en la que se ponen unos indicadores a valorar y a cada uno de ellos se le preasigna un peso en el total. Ahí está el escándalo. O la injusticia. O lo que ustedes quieran.

¿Cómo se determina cuántos puntos tiene que ponderar que la oferta incluya muchas o pocas habitaciones dobles de uso individual, por poner un ejemplo? Ya me dirán ustedes qué importa cuántas habitaciones dobles se destinan a este uso –y que después se controlen--, pero lo peor es el peso que le damos. ¿Qué, vale un diez por ciento? ¿Un dos? ¿Un ochenta? Y, sobre todo, ¿por qué? ¿Quién lo decide? ¿Por qué razón, aparte de porque manda?

He indicado uno de los criterios. Pero díganme ¿qué demonios importa en cuántos municipios se ofrecen habitaciones? Si hay municipios enormes y hay municipios minúsculos. ¿Por qué premia más ofrecer hoteles en dos municipios que en un uno? Coja usted dos municipios que comparten playa: poner a los viajeros en dos hoteles, uno a cada lado de la calle que hace de frontera puntúa más que ponerlos en dos hoteles del mismo municipio, incluso aunque sea más bonito el municipio o que la distancia sea mucho mayor. No hay manera de explicar por qué eso es un criterio y por qué se puntúa. Y cuánto.

Podría decir lo mismo de otros criterios, tan poco explicables en sí mismos y, sobre todo, imposible de entender el porqué de su peso en el conjunto.

Ese es el escándalo: nada tiene lógica. Es simplemente un ejercicio arbitrario de unos burócratas que no sé si se creen que están impartiendo justicia. Habría sido exactamente igual que lanzaran una moneda al aire. Porque no hay manera de justificar esto.

Y no hemos entrado en nada más. Ustedes ya saben cómo es esto del dinero público. Pero yo no tengo el menor indicio de nada. Simplemente del absurdo intrínseco del modelo que es conocido.