Este sábado santo deja de volar definitivamente Air Malta (no confundir con Malta Air: la primera es propiedad del estado de Malta mientras que la segunda es titularidad de Ryanair). Y al mismo tiempo, con los mismos aviones y la mayor parte del mismo personal, comienza a operar KM Malta, también propiedad del estado (Air Malta cambia de nombre para recibir ayudas públicas).
Si no entienden nada, piensen que esta es la propuesta que la Unión Europea hizo a Malta tras las pérdidas interminables que arrastraba la compañía aérea de la isla. Es una imitación de lo que ocurrió con Alitalia, otro pozo sin fondo para el gobierno italiano.
En el caso italiano, hasta ahora, la heredera no ha hecho más que perder dinero, como la antecesora, porque el problema probablemente sea que los políticos no son buenos gestores de empresas, pero en el caso de Malta no sabemos.
Air Malta en realidad es una aerolínea pequeña, de algo más de una docena de aviones, todos de corto radio. Pero pierde dinero desde siempre. La historia de las relaciones de la política con la compañía es la de constantes dolores de cabeza: que si huelgas, paros encubiertos, quejas de todo tipo de colectivos, intentos de venta siempre fracasados, etcétera. Pero ahora se adoptó una decisión que pretende ser definitiva: crear una compañía nueva, con todo nuevo, también las relaciones laborales.
En el futuro veremos cómo va, aunque ahora KM Malta tiene que competir con Malta Air, que es muy difícil de batir por sus políticas de precios bajos (Primer avión de Ryanair con los colores de Malta).
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