Créanme que si alguien lo tiene realmente crudo con el Covid son las navieras. Los cruceros y el Covid son incompatibles: la que se monta en un barco en el que aparece un brote es tal que los clientes salen espantados.
Ahora, tras año y medio con los paquebotes en puerto, las cosas empiezan a normalizarse, pero las heridas económicas y de imagen son tremendas. Por eso todo el mundo es consciente de que hay que transformarse. Y eso es lo que anuncia Costa Cruceros, probablemente la naviera más popular en el Mediterráneo.
Costa vuelve, pero con cambios profundo. En tres áreas: cocina, sostenibilidad y excursiones, además de una nueva imagen corporativa para acompañarlo. Ya saben que, además, los cruceros tienen un problema creciente con el ecologismo, de manera que este es un intento por matar varios pájaros de un tiro, siempre partiendo de la problemática que tienen esas grandes naves.
Lo que sí es cierto es la nueva cocina. Se trabajará más en la cocina local, evitando derrochar –aunque, ya sabemos, el turista quiere que sobre, quiere que parezca que hay para un ejército—y con cuidado en las dietas.
Otra de las transformaciones que sí son posibles es evitar la escena de un montón de turistas bajando de un bus, sacando fotos y volviendo a marcharse. Eso no es turismo, por lo que ahora las paradas en puerto serán más largas, buscando un contacto más real con los lugares visitados.
Por la sostenibilidad se hacen algunas cosas, como un programa de educación ambiental, además de hacer donaciones a proyectos de este tipo.
Y, finalmente, todo acompañado por un cambio de logo. La C de Costa se transforma tras una vida en las chimeneas de los barcos.
Ya el Costa Smeralda y el Costa Firenze tienen estas innovaciones, pero pronto la tendrán todos los barcos.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo