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EDICIÓN ESPAÑA

Cómo hundirse en unas semanas

Mal de muchos... Estos días, en algunas regiones turísticas españolas hay un debate sobre el estado de las infraestructuras para atender a los turistas. En realidad es un debate perenne, que apenas declina en invierno. Se discute si lo que ofrecemos les vale la pena a los visitantes. Y, la verdad, es difícil en muchas ocasiones explicarse cómo tenemos turismo con algunos servicios que no llegan a los mínimos aceptables. Muchos ciudadanos y agentes se preocupan de que cuidemos tan poco a los visitantes, de los que depende de nuestra economía y nuestro bienestar, especialmente en estos momentos en los que todo lo demás parece que nos falla.

 

Ahora bien, lo nuestro son minucias al lado de lo que sucede en otras latitudes. No hablaré ahora de los riesgos que pueden derivarse de la tensión social de Turquía o Túnez, dos destinos de gran importancia, ni de la debacle absoluta que vive Egipto, por culpa de sus tensiones internas. Hablaré de un destino prácticamente idílico: la isla de Zanzíbar, en Tanzania, este de Africa, de la que raramente salen noticias preocupantes.

 

Zanzíbar es un emplazamiento turístico muy interesante, que hasta ahora sólo tenía un riesgo, ciertamente menor, derivado de la ausencia de autoridad en la vecina Somalia. Por esta razón, había habido algún caso de ataques a turistas en el territorio keniata y tanzano. Sin embargo, este asunto está en declive dado que parece que Somalia vive una situación menos grave que lo habitual.

 

Así y todo, este semana Tanzania y, en concreto Zanzíbar, han sido noticia: dos jóvenes británicas de 18 años, a quienes les quedaban unas horas de estancia en el país, tras unas vacaciones, caminaban por una calle, cuando una moto se detuvo junto a ellas y uno de los pasajeros les arrojó a la cara un ácido que las desfiguró. Las jóvenes fueron trasladadas a Dar Es Salam y de allí a Londres, donde su vida no corre peligro. Posteriormente fue detenido un predicador islámico radical que aparentemente fue el inductor del ataque. No hace falta que les cuente el tratamiento de portada que este asunto ha tenido en la prensa local británica, especialmente en la amarilla.

 

Realmente, al lado de los problemas turísticos que existen en muchos de nuestros competidores (porque al fin y al cabo, cuando un viajero inglés escoge entre Zanzíbar y Fuerteventura, está eligiendo entre nosotros o un competidor), la basura mal recogida por nuestros ayuntamientos casi es parte del decorado, algo esperable en un país en el que las cosas van como van, pero al menos no atacamos a los visitantes.


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