La inoperancia y el abuso

Los controladores aéreos han circulado en su cuenta de Twitter la imagen del cristal roto en una torre de control española. Y añaden la denuncia de que ese cristal lleva un año así. Señalan que es una prueba de la “lowcostización” de Aena (La imagen de la vergüenza: así trabajan los controladores aéreos españoles).

Ellos saben que Aena no es responsable de los cristales rotos. Pero da igual: lo importante es cómo mienten, cómo engañan.

La lowcostización, que es cierta, precisamente se extiende por todo el entorno aeroportuario, menos por Aena y Enaire, que viven a cuerpo de rey, controladores incluidos. Ese cristal, como entiende cualquiera, está así no porque Aena o Enaire quieran ahorrar sino porque la gestión es desastrosa. Debe de existir un informe en una carpeta que dice que el cristal está roto, pero el que tiene que llamar al cristalero está de baja por cansancio y no se reincorporará hasta dentro de un año. Y así va todo. Todo. Basta con preguntar a cualquier aerolínea que use los aeropuertos de Aena para saber que las cosas funcionan a trancas y barrancas, cuando funcionan.

No, no es que Aena o Enaire ahorren, es que es un caos de ineficiencia con personal que cobra mucho más que lo que le correspondería en el sector privado.

Pero que eso lo digan los controladores, cuyos salarios eran de 230 mil euros anuales hace diez años, cuando Pepiño Blanco se enfadó con ellos y les paró los pies, tiene su ‘aquello’. Claro que un controlador tiene que ganar bien, claro que su trabajo es extremadamente respetable, pero si ganaran la mitad, que es lo que ganan los alemanes o los daneses, irían perfectamente.