NEWSLETTER | PUBLICIDAD | | VISTA MÓVIL
EDICIÓN ESPAÑA

crónica fin de semana

La OMT se suma a la campaña por el “turismo sostenible”

Un ejército de comunicadores se ha lanzado a cambiar la verdad, para hacer más 'tragable' un negocio que sí afecta al entorno
Se ha logrado reducir el impacto de los visitantes en muchos aspectos, pero ello no va a lograr anular el efecto inevitable de las alteraciones consustanciales al turismo

alColas y colas de coches en las autopistas españolas buscando el mar, la playa, el resort; hordas de viajeros desesperados buscando el mirador desde el que filmar unos minutos esa magnífica vista lateral de la Alhambra y regresar al bus para seguir el viaje; masas de turistas arramblando con todo lo que hay en los chiringuitos de las playas, antes de volver a sus hoteles; familias enteras comprando cualquier cosa en un duty free lejano, para llevar un recuerdo industrial producido en China. Este es el turismo contemporáneo: más hoteles, más aeropuertos, más aviones, más regalos, más bares, más restaurantes, más negocio.

 

 OMT exclusiva

Al mismo tiempo que este auge adquiere un carácter sostenido, permanente, nuestras autoridades han incorporado a su discurso el término “turismo sostenible”. Esto es aquel turismo que se puede mantener porque no genera daños en en entorno, sea el medio ambiente o en las formas de convivencia y culturas. Tan popular es el término que en el comité ejecutivo del pasado fin de semana en Madrid, la Organización Mundial del Turismo, además de elegir al embajador georgiano como futuro secretario general, decidió promover el turismo sostenible, como nueva bandera del sector.

 

 

A estas alturas, nadie duda de que el turismo tiene una ventaja absolutamente fundamental en relación con otras actividades: permite llevar la riqueza a lugares que no tienen acceso a la mano de obra cualificada, a las inversiones industriales, a la tecnología puntera, a las universidades de prestigio. Cuba, Mallorca, Malta, Túnez, Canarias, Costa Rica, Bali o Dominicana son territorios que difícilmente podrían haber llegado a tener su nivel de vida actual de no ser por el turismo.

 

 

Ahora, sin embargo, la moda política y social es convertir el turismo en una actividad sostenible, que no provoca impactos ambientales. Por supuesto, no lo conseguirán en el sentido de que la dura realidad es que el turismo contamina, impacta; pero al mismo tiempo lo conseguirán, porque no hay que dudar de que un ejército de comunicadores nos pueden terminar convenciendo de lo contrario a lo evidente. Sus incontables recursos pueden crear una verdad más allá de la verdad.

 

 

El turismo, por supuesto, tiene impacto. Que unas personas viajen de un lugar a otro impacta porque el transporte siempre impacta y, también, porque quien no duerme en su casa está ocupando un segundo alojamiento que se ha tenido que construir al efecto. Este segundo alojamiento, un hotel, ahora también apartamentos familiares, es un edificio que por su propia naturaleza impacta en el paisaje. A lo que hay que sumar su consumo de luz y de agua. Pero, además, el turista obliga a la aparición de la oferta de alimentos, ocio, entretenimiento. Hay ciudades que existen para el turismo lo que indica que su impacto es real, tangible.

 

 

Nuestros empresarios, de forma plausible, están esforzándose para que ese impacto sea más pequeño, para reciclar lo que sea posible, para no lavar las toallas tantas veces, para usar menos agua, para reducir los desperdicios. Y están consiguiendo resultados interesantes. Sin embargo, eso ocurre después de que aceptemos la misma existencia del hotel.

 

 

El transporte es, igualmente, otro problema. Nuestros empresarios, nuevamente, están intentando usar vehículos híbridos, eléctricos si fuera posible. Pero eso, por plausible que sea, es una mínima parte del impacto. Obviamente, que Mallorca tenga ahora mismo una invasión de coches para alquilar, por mucho que se reciclara todo, no deja de ser un factor contaminante, dañino para el entorno. Los grandes desplazamientos en avión, incluso aunque se llegara a poder usar sólo combustibles no fósiles, son una afección para el entorno.

 

 

Y, no menos importante, las masas de personas visitando unos pocos lugares con encanto, atiborrando los mismos miradores, apretujándose contra las mismas barandillas, haciendo colas para vivir las mismas emociones, todo esto es una clara alteración de la vida normal. Nada sostenible. Por mucho que sea absolutamente cierto que esta es una actividad que da empleo a millones de personas y que es fundamental para muchos pueblos y países.

 

 

Sin embargo, si la Organización Mundial del Turismo secunda también la oleada de acciones dirigidas a convencernos de que el turismo es sostenible, entonces probablemente terminen convenciéndonos de que existe algo tan inverosímil como un turista inocuo, transparente, neutro.


    Acepto la política de protección de datos - Ver


    Noticias relacionadas



    Encuesta

    ¿Pedro Sánchez debió inhibirse del Consejo de Ministros que aprobó el rescate de Air Europa?

    Ver Resultados

    Cargando ... Cargando ...




    Revista Preferente | REPORTUR | arecoa.com | Radio Bellver
    Aviso Legal Política de Privacidad RSS Condiciones de suscripción Política de cookies