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EDICIÓN ESPAÑA

¿Vuelve la comodidad frente a la masificación?

¿Quien no tenga posibilidades de viajar pagando lo que realmente cuesta el vuelo es mejor que se quede en casa? Quiero decir que se acabaron, posiblemente, los billetes baratos: ¿se abre una nueva era en la aviación? Son solo preguntas que uno se hace después de esta pandemia que estamos sufriendo.

En los vuelos de corta distancia será muy difícil que los aviones  no vayan llenos sin distancia de seguridad y con la masificación a que nos tienen acostumbrados las lowcost en especial. ¿En estos momentos puede nacer un nuevo segmento de clientela que prefiera o evite las aglomeraciones?

¿Se regresa al pasado? ¿Se abre la era de la comodidad contra la masificación? ¿Esta es la herencia que dejará el coronavirus? El tiempo nos lo dirá.

Porque en el futuro no será normal que se someta al viajero a la tortura de estar ocho o nueve horas sentado en un avión, como sardinas en lata, sin margen para moverse y para no sufrir, a la mínima, el llamado síndrome de la clase turista. Esto, que pudo llegar a ser hasta una moda –el volar apretados–, no tiene sentido de aquí en adelante. Es simplemente una opinión abierta a matices. Pero algunas compañías, aunque pequeñas, están abriendo un nuevo servicio como es el caso de La Compagnie, de Francia. Y puede, si es negocio, que otras sigan su ejemplo si es rentable.

La Compagnie, aerolínea/boutique francesa, va a tener ventaja sobre sus rivales, a medida que se reanuden los vuelos tras la pandemia. Todo su avión en la ruta a los Estados Unidos será convertido en clase bussiness. Subirán los precios de los billetes, pero los pasajeros no sufrirán torturas. Y va a aprovechar el hecho de que los viajes de negocios se van a adelantar a los vuelos de ocio.

La aerolínea opera a diario entre París-Orly y el aeropuerto neoyorquino de Newark y también realiza otros vuelos entre Newark y Niza, en temporada. Su avión, el A-321 neo, ofrece 76 asientos de clase ejecutiva, totalmente planos y propios de una ruta confortable. Los pasajeros tienen igualmente acceso a las salas VIP de los aeropuertos para evitar la masificación de un embarque tumultuario.

Los vuelos de estas características serán vendidos como clase Premium, lo mismo que los de la compañía Air Canada, que presentará tres A-319 de clase ejecutiva en algunas de sus rutas nacionales.

Son 54 asientos los que se venderán de estos aviones, tal y como se han conformado para el transporte de algunos equipos de hockey que viajan a los partidos de la Liga canadiense. Es decir, sus pasajeros viajan cómodos y no se les entumecen las piernas, ni les crean una posición incómoda problemas de circulación.

Air Canada tiene la suerte de tener preparados algunos de estos aviones. Otras compañías los tendrán que adaptar y esto les llevará tiempo. Pero me da que la masificación en las rutas económicas se acabó y que ahora el turismo va a ser más de élite que de personas con pocas posibilidades económicas. Y no digo que se mantengan algunos aviones con más asientos, pero también se ofrecerán las otras alternativas, que lamentablemente hoy no existen.

Y los aviones de doble clase podrían encontrarse con una gran demanda en la clase ejecutiva y mucha menos en la clase turista, que ya no hay quien la aguante. Muchos pasajeros serán reacios a viajar en clase económica, por mucho que la industria de la aviación garantice su seguridad. Después de meses de encierro y la necesidad de distanciamiento social, la idea de estar encerrado en una cabina con cientos de personas pegadas a tí es difícil de vender.

Los tiempos cambian. Y ya era hora de que cambiaran en la aviación. Lástima que haya tenido que ocurrir a causa de una pandemia mortal. Y no vale dejar el asiento de en medio vacío. No es suficiente. Hay garantizar al pasajero salud, limpieza y comodidad.

Volvemos a los viejos tiempos, en los que la aviación ofertaba, sobre todo, comodidad. Porque algunas rutas largas, casi todas, se habían convertido en auténticos tormentos chinos.

No pretendo con mi opinión poner en duda las compañías low cost. Pongo en duda si todo el mundo estará dispuesto sobre todo en la larga distancia a la aglomeración de 400 personas durante 11 horas. El tiempo nos ira diciendo siempre después de una crisis hay o suele haber un antes y un después.

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