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EDICIÓN ESPAÑA

Opinión

Pedro Pueyo

La primera vez que conocí a Pedro Pueyo fue estando en Air Europa. Tuvimos una reunión muy interesante. Me traía una propuesta volar con los Boeing 757 a Cancún. Francamente, tuve que buscar en mi mapamundi de la oficina de dónde estaba ese resort. Sabía que era Mexico ¿Pero Dónde?. Hablaba maravillas del destino de Cancún, y me convenció era difícil no hacerlo, porque Pedro Pueyo era un hombre de ideas claras, y no aceptaba jamás un no.

Años después me contrató para llevar la División Áerea del Grupo Oasis. Fue un tiempo apasionante y un gran reto. Porque si hay alguien que no lo sabe, Pedro Pueyo fue también un pionero de la aviación española. Por aquel entonces ya era propietario de Oasis Airlines, y trabajaba en el proyecto de Aerocancún, su línea aérea en Mexico. Una vez incorporado a su equipo, recuerdo que un viernes por la noche me llamó para que el sábado estuviera en su oficina, en aquel entonces ubicada en Paseo de la Castellana, justo enfrente del prestigioso Hotel Villa Magna.

Eran las nueva de la mañana cuando Pedro me comunicó que compraba el touroperador Club América Vacations, y yo tenía que poner en marcha una compañía aérea en Estados Unidos que se llamó Privet Jet. Nunca conocí a persona más involucrada en todos sus negocios como Pedro. Tuvimos nuestras discusiones, pero su carisma era arrebatador y su sentido del humor.

Para mi fue una gran experiencia trabajar para él, y guardo en afectuoso recuerdo de nuestras vivencias y mi agradecimiento es permanente. Me dio la oportunidad profesional de tener una proyección profesional internacional, que todavía hoy me sirve para seguir estando en el sector del transporte aéreo.

Permítanme que le dedique unas letras de Christina Rossetti en esta ocasión especial.

 

¿Va cuesta arriba todo este camino?

Hasta el mismo final.

¿Llevará la jornada el día entero?

Desde el alba a la noche, amiga mía.

¿Y ofrecerá en la noche un lugar de descanso?

Encontrarás un techo para las lentas, las oscuras horas.

¿Y si no puedo verlo entre tantas tiniebla?

Ésa es posada que ninguno pierde.

¿Hallaré otros viajeros cuando llegue la noche?

Aquellos que te fueron por delante.

¿Golpearé la aldaba, daré voces al verla?

No se trata de puerta que haga esperar a nadie.

Dolorida y cansada, ¿encontraré cobijo?

Allí estará el final de todos tus trabajos.

Todos los que buscamos, ¿tendremos allí lecho?

Sí; todos los que lleguen encontrarán su cama.

 

Hasta siempre Pedro


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