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EDICIÓN ESPAÑA

Servicios turísticos menos cómodos

En estos tiempos actuales de bajos costes y bajas tarifas, aunque a veces no son ni lo uno ni lo otro, lo que está manifiestamente claro, por ser evidente, es que la mayoría de los consumidores –todos lo somos- hemos perdido comodidad y calidad de vida cuando somos usuarios de determinados servicios turísticos y de viajes. Expongo a continuación algunos ejemplos, basados no solo en la experiencia propia sino refrendada en comentarios de otros consumidores.

 

El primer ejemplo de pérdida de comodidad es el de algunas compañías aéreas que ni siquiera quieren que se las reconozca como de bajo coste, entre ellas Vueling. La mayoría de los asientos de la mayoría de las naves de su flota resultan muy incómodos para entrar y salir de ellos salvo en el caso de que el pasajero ocupe uno de pasillo. No es posible entrar erguido, en la postura normal. Hay que hacerlo semi-inclinado hacia atrás y con las rodillas en flexión para poder alcanzar la butaca asignada. La posibilidad de obtener mayores ingresos cuando los aviones vuelan al completo, o casi, castiga a quienes deseen salir en vuelo a estirar las piernas para evitar el síndrome de la clase turista.

 

En honor a la verdad hay que admitir que una vez sentado la posición de las piernas del pasajero es más cómoda que en otro tipo de configuraciones con butacas antiguas, pero Dios libre a sus clientes de tener que ser protagonistas de una evacuación de emergencia, porque salvo quienes ocupen asientos en pasillo dudo que el resto puedan abandonar la nave a tiempo. Otra incomodidad derivada de hacer uso de esos asientos concebidos por un diseñador –que entre otros productos que llevan su marca hay desde automóviles hasta asientos del equipo técnico y jugadores suplentes de algún que otro equipo de fútbol de la máxima categoría- es evidente a la hora del embarque y desembarque: mucho más lento que en otro tipo de configuraciones.

 

Un segundo ejemplo de incomodidad –cada vez más frecuente- padecida por los consumidores de servicios turísticos por culpa de la minimización de costes es la que se produce en cada vez más número de hoteles, que han ampliado hasta tres o cuatro horas la diferencia entre la hora establecida para la salida del hotel o check out y la hora en la que se permite el ingreso o check in. Esto, que en bastantes casos de viajeros de negocios puede no suponer un problema, representa una importante incomodidad para quienes van a hoteles los fines de semana con carácter vacacional. Resulta que cuando llegan a su destino, por ejemplo en la mañana de un sábado o de un viernes no pueden ocupar la habitación hasta las 15:00 horas –en algún caso hasta las 16:00- pero tienen que dejarla antes de las 12:00 –en algún caso es a las 11:00- del día de salida, por ejemplo del domingo.

 

Hay hoteles que lo aplican de modo estricto y riguroso, y salvo a clientes especiales no se les ofrece una salida retrasada o late check out si no es pagando un suplemento, a veces considerable. Y otra incomodidad frecuente es encontrarse el cuarto de baño de la habitación casi sin amenities o con un aviso de que se pidan en recepción. 


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