Menosprecio al Turismo en Barcelona

El reparto del poder y de los cargos en el recientemente constituido Ayuntamiento de Barcelona no puede ser más decepcionante en lo que se refiere a nuestro sector. Sorprende que el Turismo haya sido relegado a una simple concejalía cuando Barcelona es la ciudad turística que es, y en la que de las actividades turísticas emana una importantísima generación de puestos de trabajo y de ingresos de manera directa, a los que se deben añadir los generados de modo indirecto debido a su poder inducido y transversal.

Hay una simple concejalía, que no solo es de Turismo sino también de Industrias Creativas. Y que ha sido integrada bajo una de las seis -sí, seis- áreas que tienen un o una teniente de alcalde a su frente. Turismo depende del área definida como Economía, Trabajo, Competitividad y Hacienda.

Para mayor información de quienes leen estas líneas, las otras cinco áreas de primer nivel en el reparto del poder y de funciones entre los dos partidos que han alcanzado el acuerdo son las llamadas del siguiente tenor literal: Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad; Agenda 2030, Transición Digital, Deportes y Coordinación Territorial y Metropolitana; Derechos Sociales y Feministas; Prevención y Seguridad; y Cultura, Educación y Ciencia. 

Dieciocho conceptos, temas o ámbitos, pues, unos evidentemente más relevantes que otros, como el de la seguridad en estos momentos, son los que han merecido figurar en las denominaciones de primera línea de las seis áreas. Pero no el turismo. 

En la ciudad del PUAT, de los apartamentos turísticos no legales, de la tasa de pernoctación extendida al resto del territorio catalán y de los pisos patera, el turismo ha quedado relegado a una parte de una concejalía. En mi opinión, el turismo merecía haber sido -y seguirá mereciendo ser- el eje de una macro-área que debería englobar casi todo lo que transversalmente tiene que ver con lo que genera.