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EDICIÓN ESPAÑA

El peso del modelado, que no modelo

He tenido la oportunidad de visitar la balnearia zona turística de Punta del Este, en Uruguay. Fue la última semana de su invierno -y de nuestro verano-, con temperaturas moderadas a primeras horas de la tarde y frías el resto del día, lluvias aparte.

 

A pesar de que Uruguay vive un momento dulce macroeconómicamente, con crecimiento del consumo interior -aunque con el consiguiente aumento de la inflación-, la ocupación de las plazas de alojamiento en Punta del Este sufre la recesión de sus dos principales mercados exteriores, Argentina y Brasil, y es notorio el descenso del consumo en oferta complementaria. Y se habla de cambiar el modelo y de desestacionalizar, con un mayor enfoque al turismo de reuniones.

 

Como he sostenido otras veces, la mayoría de destinos líderes en muchos segmentos casi nunca tuvieron un modelo previo sino un modelado sobre la marcha, no siempre modélico, y resultado del empuje de emprendedores y empresarios. Tal es el caso de Mallorca, de Lloret, de Torremolinos, de Ibiza y de Salou. Y también es el de Punta del Este.

 

Allí, la estacionalidad acusada es inevitable. Su modelado se caracteriza por haber desarrollado a lo largo de los años el turismo residencial en apartamentos de propiedad o de alquiler. Su oferta ha crecido sin parar. Depende de dos mercados extranjeros de proximidad y también del interior uruguayo. Fuera de la temporada alta veraniega, su paisaje urbano ofrece una imagen desértica. De noche, los edificios apenas tienen luces encendidas. Y su puerto deportivo está casi vacío. Hace varios lustros que se pretende poner en marcha un centro de convenciones de gran capacidad y un gran recinto ferial, con el citado propósito de desestacionalizar… lo difícilmente desestacionalizable. Aumentan las plazas de apartamentos y también las de hoteles. De estos, aún hoy poco relevantes, se pasó de 4.500-5.000 camas en 1997 al doble diez años después y a 14.000 en la actualidad.

 

Desear cambiar el modelado -que no modelo- requiere iniciativas costosas en infraestructuras, cuando no muy costosas, que aporten a la oferta atractivos nuevos capaces de satisfacer a consumidores de segmentos de mercado distintos de los tradicionalmente predominantes en el destino. Pero esto no es fácil, ni sencillo, ni inmediato… ni barato.

 

En tiempos de caída de la demanda en Punta del Este, como los actuales, hay quienes piden cambiar el -inexistente- modelo. Pero tan pronto se recupere la demanda, es probable que salvo algunos profesionales con buena memoria nadie insista en el modelo. Y que aquellos propósitos caigan en el olvido y que solo se conserve en menciones, reportajes y entrevistas publicadas en las ediciones cada día más alejadas del presente de los diarios locales. Si tiramos de hemeroteca -o de buscador de internet hoy en día- podemos apreciar que el modelado de un destino turístico tiene mucho que ver con las fluctuaciones en sentido pendular entre un mercado de demanda y un mercado de oferta. Y que muchas peticiones de cambio de modelo suelan coincidir con graves desequilibrios. Mercados de sobreoferta, sobre todo, ya sea coyuntural o estructuralmente. 


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