En el sector hotelero vacacional de España, especialmente el de Baleares y Canarias, el mal ajeno de destinos competidores está concediendo a los empresarios el lujazo de recuperarse de pérdidas de años anteriores. Porque algunos las tuvieron- y gordas- pero ahora encadenan temporadas de enorme éxito, aunque se muestren modosos de puertas para afuera.
Me hacía pensar en ello hace unos días un hotelero mallorquín, bregado tanto en nuestro país como allende el Atlántico, que además reivindicaba que ahora mismo esa parte privilegiada de España no tiene nada de mercado de oferta, que lucha por precio por los clientes, sino que es un claro mercado de demanda, al que los turistas quieren ir porque les gusta o porque se les han reducido las alternativas.
Ahora bien, nos preguntábamos ambos también cuánto durará esta ola de bonanza y si los hoteleros de estos destinos podrán resistir el embate de los de Egipto o Túnez, que soportan unos costes de la masa salarial muy por debajo del 40% que suele representar para nuestros empresarios en el segmento vacacional y, además, tienen una planta mucho más moderna.
Lo que creo que está fuera de toda duda es que, quienes ven la actividad hotelera como una industria y, por ende, trabajan a volumen y con poco margen, van a sufrir mucho cuando renazca el Norte de África si no aprovechan estos años buenos para seguir el ejemplo de los pioneros y renovarse, reposicionarse y, sobre todo, enriquecer el producto que ofrecen, ya sea por su propia cuenta o apoyando a la oferta complementaria del destino.
Preferente.com Diario para profesionales del Turismo