La Manga, el paradigmático anti-ejemplo para mal

Ahora que se cuestionan tantas cosas en la ya vieja y veterana industria turística española, con vistas al presente continuo habría que tabular cuanto antes una “tabula nera” de las cosas que se han hecho y se están haciendo mal.

Sólo así se progresa. Con sentido crítico y constructivo. Uno de los escándalos del mal hacer turístico podría situarse en La Manga del Mar Menor (Murcia) una cuasi isleta que fue santo y seña en los primeros años del esplendor turístico español entre los años 60 a los 80. Pero la voracidad en corto y en cateto terminaron por liquidar un lugar que podría haber sido paradisíaco condenándole definitivamente al pésimo ladrillo hasta convertirle en un lugar realmente inhabitable, máxime en meses de descanso y estío.

Supongo que la inevitable sombre de la corrupción urbanística hizo por aquellos lares su agosto. El hecho cierto es que el “know how” turístico español, tan esplendoroso por otras tierras, ha devenido en un fiasco mayúsculo donde ya nadie con dos ganas de disfrutar de aquellos dos mares se decide a plantar su tienda allí.

Masificación intolerable de ladrillo y cemento; ausencia absoluta de orden; orgía al mal gusto; servicios públicos en estado lamentable y, finalmente, sus playas han sido barridas y dejado sin banderas.

“La Manga style” es el camino derecho al averno. Es verdad que hay otras localidades en las costas españolas que han decidido aplicar el mismo estilo pero cada una de ellas tiene una impronta propia, mientras que ese impresionante (por las condiciones de ubicación) paraje está muerto. Me temo que por muchos años. Da una pena enorme. La avaricia de primera instancia y el nulo talento para gestionar una industria extraordinaria han devenido en un auténtico fiasco. Una vergüenza para el Sector, para Murcia, para España y para el Mediterráneo entero.

Resumiendo, amigos, La Manga, la histórica Manga del Mar Menor, se ha quedado sin banderas azules. ¡Un desastre!

GLOBALIA, EN CAMBIO

Leo a diario las novedades que se producen en el Grupo Globalia. La “revolución Sarrahima” parece estar en plena ebullición. Hay que reconocer que, salvo excepciones, Pepe Hidalgo ha sabido rodearse siempre de estupendos profesionales; cada uno en su momento adecuado y cuando pueden ofrecer lo mejor de sí mismos.

El director general, Pedro Sarrahima, que viene avalado “ex profeso” por Javier Hidalgo, parece tenerlo claro, meridianamente nítido: renovarse o morir. Mucho más en un negocio que está cambiando a pasos acelerados, quizá el más dinámico si exceptuamos las nuevas tecnologías y la específicas de la información.

Los viajes se venden ya por Internet. Los hoteles se compran ya por Internet. Los alquileres de coches se realizan ya por Internet. Y los paquetes globales se examinan y se ponen en circulación a través de la Red. Esto es así y no es de otra manera. Los grandes espacios físicos para el negocio turístico han pasado a mejor vida. Es de lo que se ha dado cuenta Serrahima. Por algo viene de la telefonía de vanguardia.

También otras grandes empresas del Sector están en las mismas. Desde El Corte Inglés, Barceló, a Meliá.

Camarón que se duerme se le lleva la corriente. Confío mucho en nuestros profesionales. Lo supieron hacer, lo saben, y sabrán hacerlo.