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EDICIÓN ESPAÑA

Opinion

Saldremos

Lo que nos está pasando es tan brutal, tan inesperado, tan potente, que no logramos salir de nuestro pasmo, de nuestro terror. Empresas que hace apenas un mes tenían un excelente horizonte, hoy llevan 20 o 30 días sin un euro en ingresos y amenazan cierre; destinos turísticos prometedores han pasado de la noche a la mañana a ser desiertos en los que ya no queda nadie. Ni los aeropuertos, símbolos de la vida y movilidades contemporáneas, se salvan. Me parece un ejemplo tremendamente plástico el del aeropuerto de Copenhague que ha cerrado dos de sus tres pistas para dedicarlas a aparcamientos de aviones.

Yo quería asegurar a la sociedad que saldremos. Pero me parece absurdo y estúpido, insultante incluso, decir “saldremos” sin fundamento alguno, como un mantra, como el grito imbécil del que está aturdido. Es de estúpidos autoengañarse diciendo que “podemos”, “confiad”, “luchad” si nada nos permite creer que el mensaje es acorde con la realidad. Sin embargo, yo tengo razones reales, racionales, visibles, para el optimismo.

Lo primero es el distanciamiento, ver las cosas con perspectiva, lo cual no es engañarse sino ser más realistas. La perspectiva nos permite contextualizar. Hagámoslo.

España y Europa vivió en 1918 una epidemia de gripe mortal como nunca antes. Probablemente, el saldo final de la crisis del coronavirus –sobre todo si se confirma que las vacunas están cercanas-- sea inferior al de la entonces llamada ‘gripe española’. En ningún libro de historia aparece esa epidemia como alteradora de la evolución de las sociedades: ningún país mejoró su calidad de vida, ni la empeoró, ni perdió puestos, ni los ganó, por culpa de ese terrible virus. En ningún libro de historia económica aparece esa epidemia como una razón para el empobrecimiento o el enriquecimiento. Ocurrió, fue dura, pasó y el mundo volvió a la normalidad en una situación más o menos similar a la que tenía en 1917, que ciertamente no era muy esperanzadora pero por otras razones.

Hoy, las cosas no son tan sencillas. Pero también la capacidad de respuesta humana es superior. Probablemente para septiembre el virus esté totalmente controlado en Europa y en los países desarrollados. En ese momento, por supuesto, todos habremos sufrido un serio traspiés. Pero habremos sido todos, lo que significa que desde ese momento todos podremos volver a reemprender el camino.

Aparte de la imprescindible lucha para reducir al máximo el efecto de esta epidemia hoy, los gobiernos deberían luchar para que nadie gane o pierda de cara al futuro. Perder vamos a perder, pero lo justo es que todos perdamos lo mismo. Hoy, sin embargo, el turismo y el transporte tienen pinta de que van a perder seriamente. Parece lógico que haya una respuesta pronto.

Por ejemplo, URGE que los gobiernos decidan qué hacer para salvar a las aerolíneas de la catástrofe. Estas empresas mueven ingentes cantidades de dinero pero ganan relativamente poco. Una pausa de cuatro o cinco meses en sus ingresos significará para muchas de ellas la quiebra y la pérdida de una estructura, una organización y un conocimiento fundamentales. Toda aerolínea ineficiente ha de cerrar, pero no por el impacto de un virus. Urgen las herramientas financieras para permitir a las empresas llegar al otro lado del túnel, cuando deben volver quedar al albur de su competitividad.

Inmediatamente después hay que abordar la situación de las agencias de viaje y otros intermediarios, sometidos a presiones similares. Y después, menos urgente, los hoteles, que ya tienen algunas herramientas a su disposición.

En septiembre con muchas probabilidades y definitivamente para el verano de 2021, este episodio habría de ser un recuerdo. Y será el momento de aprender y reflexionar sobre por qué Europa lo ha hecho tanto peor que China, y en Europa por qué España e Italia parecemos los que estamos a la cola en la capacidad para salvar vidas.

Pero esto, que ha de ser serio y riguroso, será después.

Los fundamentos de nuestra economía eran sanos, el turismo tenía un mercado amplio, el producto está a un nivel acorde con su precio, y la demanda sólo se ha ido por miedo al virus, no por nuestra competitividad. Nada nos debe hacer olvidar que todo ha de volver al punto de partida. 

La perspectiva nos debe permitir luchar sin perder el norte. Es difícil, pero para nada es mortal.


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    2 Comments
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    Cuenca
    4 años

    No puedo estar más de acuerdo con su artículo pero no creo que este gobierno esté a la altura de las circunstancias y ahora no hablo de ideología , este gobierno miente , improvisa y le falta experiencia para gestionar un problema de tanto calado . Saldremos , no tengo duda,pero como saldremos??

    juana
    4 años

    Hay alguna posibilidad de reunir a los que se reconoce como validos y a los que se ha apartado para constituir un gobierno real y con alguna posibilidad de apoyar y resolver?
    Los politicos y cargos actuales son simples muñecos sin capacidad alguna de gestion y solo podran incrementar el caos y los daños.

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