Ridículo con los controles de seguridad

Este domingo entró en vigor una nueva normativa en materia de controles de líquidos en los aeropuertos. Si usted, como yo, intentó ver algo nuevo y no lo encontró, no se preocupe: así somos en Europa.

En realidad, no ha ocurrido nada, porque Europa se ha equivocado o nos toma el pelo, como ha ocurrido en más de una oportunidad en el pasado.

Como ustedes saben, en Europa, desde hace unos veinte años, era necesario sacar los líquidos y los ordenadores o tabletas al pasar los controles aeroportuarios. Eso es lo que ocurría hasta hace poco e, incluso, en muchos aeropuertos ha sucedido siempre. Se supone que es para que no montemos bombas a bordo de los aviones. No se entiende nada, pero vale, sea por la seguridad.

Europa aprobó una nueva norma que obligaba a los aeropuertos a tener unos escáneres más caros, denominados G3, que permitirían ver los botellines de agua con más seguridad. En muchos aeropuertos se pusieron en servicio –muy especialmente en Italia–, lo cual mejora enormemente el paso por los controles.

Pero ahora todo vuelve atrás. Lo que se denomina “nueva normativa” en realidad es volver atrás. ¿El motivo? “Bruselas considera que (los nuevos escáneres) necesitan ahora ser revisados y mejorados ya que no cumplen el Consejo Internacional de Aeropuertos”. Yo no sé qué es ese Consejo, pero manda narices que Bruselas haya aprobado un escáner que tiene que ser revisado y “mejorado” porque no cumple no se sabe qué. O sea que no ha entrado en uso en muchos aeropuertos y ya se tiene que mejorar.

Francamente, es una vergüenza esta situación cuando en países como Gran Bretaña los nuevos escáneres se han introducido, funcionan perfectamente y no necesitan ser ni mejorados ni revisados. Y el Consejo de Aeropuertos ahí no se mete, si es que existe el tal organismo.

Eurorridículo, desde luego. Sin que nadie asuma responsabilidad alguna, hecho habitual en Bruselas.