Oferta confusa

En varias zonas de Mallorca se han venido sucediendo en este verano incidentes de orden público entre colectivos de turistas y, en algunas ocasiones, grupos de inmigrantes. La violencia ha sido registrada en teléfonos móviles y ha contribuido a crear una imagen determinada de la isla en la red.

La cuestión tiene su importancia desde el momento en que nos remite a la necesidad de aclarar a qué público vamos con nuestra oferta de turismo. Se trata de un problema general de la mayor parte de España: ¿a quién nos dirigimos? ¿Buscamos turismo familiar o no? ¿Queremos zonas que ofrezcan calma y ocio o buscamos hooligans? ¿Lo nuestro es la seguridad para captar a la tercera edad?

Como sucede con Mallorca, a la vez que se cargan estas imágenes en la red, hay otras campañas que parecen apuntar a tener un turismo de calidad, familiar, de golf, de más valor añadido. Si, efectivamente, queremos zonas que reciban turismo de calidad, no podemos permitir este tipo de incidentes ni las condiciones que los crean. La cuestión es muy delicada porque una imagen de este tipo en la red puede arruinar el trabajo de meses de otros agentes que se han tomado muy en serio su función.

España y su turismo tiene un gran futuro, mientras apueste por propuestas concretas y sea riguroso en ello. Pongamos ejemplos: podemos tener una zona que básicamente esté orientada a la tercera edad, donde se ha de garantizar la accesibilidad, la tranquilidad, la seguridad y no tanto la diversión. Podemos tener zonas básicamente familiares, donde no es admisible que puedan existir disturbios como los mencionados en estos vídeos.

Lo que no podemos es dejar, como parece, que cada zona sea el resultado del azar. En concreto, estos incidentes son el resultado del enfrentamiento entre nigerianos sin papeles y alemanes borrachos. Ya me dirán qué modelo podemos llevar a cabo si ni siquiera sabemos cuántos sinpapeles tenemos (para eso son sinpapeles), qué discoteca ofrecerá qué, etcétera.

Como siempre, al final se trata de tener una autoridad que sepa qué gestiona y que lo haga con continuidad y responsabilidad, cosa poco frecuente en nuestros municipios y autonomías.