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EDICIÓN ESPAÑA

Analisis

“No dependamos del turismo”

 

Desde que España se convirtió en un destino del turismo de masas, la postura de incontables economistas e intelectuales fue de desconfianza hacia este sector. La idea subyacente a todas las críticas es muy primaria y al mismo tiempo comprensible: uno hace un hotel pero el turista está en otro país, de manera que si no viene, esa inversión está perdida. Sin decirlo, se sugiere que si produjéramos coches, por ejemplo, otro gallo nos cantaría porque uno siempre tiene el coche y si no lo compra uno, lo compra otro. 

Hay una segunda idea que sustenta este pensamiento: el ocio es secundario en la lista de prioridades de consumo. Primero es comer, después son los bienes del hogar, tal vez incluso el coche, y el ocio es lo último, por lo que este negocio es muy arriesgado.

De manera que existen motivos para tener susceptibilidades hacia el turismo. Hace pocos días, alguien sin reflexionar –por prisas o por incapacidad– declaraba “no dependamos del turismo”, como sugiriendo que otras actividades habrían sido inmunes al virus.

Todas, al fin y al cabo, cuestiones que merecen ser racionalizadas para su debate.

Es perfectamente comprensible que, por razones históricas prefiramos una fábrica que un hotel. De la primera salen productos, de la segunda no sale nada tangible y cualquier día podría ocurrir que los viajeros no vengan. Es igualmente comprensible que pensemos que si los turistas un día se ven obligados a recortar algo, lo primero será el ocio, el turismo. Por lo tanto, podría ser lógico que cuestionemos la dependencia del turismo.

Para mí, siendo todo esto comprensible, está caduco. Y no desde ayer sino, como mínimo, desde los años setenta del siglo pasado. Vean: la primera empresa del mundo, Apple, no tiene fábricas: quien le produce casi todo es Foxcomm, de China. Su negocio es pensar, diseñar, conocer el mercado, tener una marca. De la segunda, Google, nunca hemos visto un producto. Airbnb ni siquiera tiene hoteles y es la primera proveedora mundial de alojamientos. Todas son empresas que van más allá incluso que las turísticas, que ofrecen servicios, intangibles en las aduanas, pero perfectamente visibles en la balanza de pagos.

En los noventa, tras la unión de las dos Alemanias, se produjo una fuerte contracción del consumo. ¿Qué salvaron los alemanes de sus recortes en los gastos? Pues al turismo. Una semana en el Mediterráneo se había convertido para ellos en más importante que la renovación cada cuatro o cinco años de su coche que bien podía aguardar un tiempo adicional.

Es legítimo decir que España no debería depender tanto del turismo, sólo que hay un problema: ¿qué otra actividad no supone dependencia? Porque del turismo, efectivamente, dependemos, pero también dependemos de otros para la venta de jamones, de leche, de tomates, de productos industriales o de zapatos. ¿Porque no estaremos pensando en aislarnos y producir sólo lo que nosotros necesitamos? 

Los servicios ya son parte de nuestro día a día y deberíamos asumirlo. El diez por ciento del PIB británico nace en la City de Londres, de la intermediación financiera absolutamente inmaterial; una parte fundamental de la riqueza de California depende de su cine y su música, totalmente intangibles; Bangalore, en India, vive de la producción de software para Occidente; y hasta Teruel ha aprendido a encontrar negocio en los cementerios de aviones.

El virus ha afectado a los negocios de forma aleatoria: ha arruinado al turismo, pero también a los bares o a los cines y nadie por ello piensa que no volvamos a tener estos servicios. Ni tampoco pensamos que haya ahora que promover los aviones privados porque han funcionado muy bien en esta crisis. Hacer una economía preparada para que no sufra por el virus sería absurdo, como hacerla para una guerra o para un terremoto. Y menos cuando tampoco tenemos mucho donde elegir, por un problema histórico con la formación.

El mundo hace tiempo que ha cambiado y el turismo ni siquiera es hoy un negocio innovador. Menos aún merece ser juzgado con mentalidades decimonónicas.

 


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    15 Comments
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    hablemos claro de una vez
    2 años

    Hay mucho discurso interesado y superficial (cuando no directamente paleto y absurdo). Hay gente que pide subvenciones para empresas totalmente deficitarias en resultados y pesimamente gestionadas para VIVIR DEL DINERO PUBLICO. Hay tambien mucha gente sin oficio ni beneficio interesada en asegurarse una vidorra de funcionario en ORGANISMOS OPINADORES con nivel de TV5-basura. Ahi esta tambien el peor sistema educativo de Europa gestionado y liderado por los peores educadores y sus discursos....

    Hay que poner a la gente y a los discursos en el lugar que les corresponde y no perder el tiempo con los que proporcionan y fomentan espectaculos toxicos a lo "salvame".

    GoAround
    2 años

    Ok ok lo que quieres decir es que se pueden producir otras cosas verdad??

    NASA Española
    2 años

    España está preparando una NASA,está viendo que Elon Musk le está tomando la delantera en los viajes aeroespaciales y vamos a ponernos las pilas para llevar turistas a Marte y a la luna,a todos los jóvenes que estudien la carrera de astronautas

    GoAround
    2 años
    Reply to  NASA Española

    La cosa está muy seria y no hay nadie que mire por la nación, nadie.

    Ser o no ser
    2 años

    Si el problema no es depender del turismo, sinó creer que lo mejor es depender del turismo

    Así nos va
    2 años
    Reply to  Ser o no ser

    Ningún país del mundo se está planteando si el turismo es bueno o ya está en decadencia para la economía excepto España.Así nos va!!

    Fuckyoubastard
    2 años
    Reply to  Así nos va

    Ningún país del mundo desarrollado se plantea ser un monocultivo de turismo cutre de sol y playa, y a la vista esta el resultado, retarded.

    hablemos claro de una vez
    2 años
    Reply to  Así nos va

    Vale, lo mejor seria que a ti te garanticen que te tocara la loteria mañana y que podras pagar por un precio modico una clinica que te hara el mas guapo y el mas sano. El mundo, los funcionarios, las empresas, los curritos... estan equivocados perdiendo el tiempo en otras cosas.

    GoAround
    2 años

    30-40 años tienes verdad??
    Se nota, no puedo.

    JOSE TOMAS
    2 años

    Sr.Mato, genial y muy acertado con un enfoque bastante diferente a lo leido hasta ahora.
    Lo dicho CHAPEAU

    Cristobal
    2 años

    No tienes ni idea
    Comparar el turismo con empresas
    Que crean para que otros dependan de ellas es como mínimo no tener ni idea

    Pepe Perezpiquez
    2 años

    Es extremadamente estúpido pensar que una industria cómo está con todo lo que mueve , se vaya a cambiar por otra a corto o medio plazo Eso es muy complicado, producimos lo que sea, a China le cuesta una décima parte, nuevas tecnologías, vete a competir con otros países líderes cuando hemos sido los más lento para instalar fibra en toda España y dependemos de un mercado oligopolista por no decir monopolista como Telefonica, producción de energías renovables, imposible , el dominio de las empresas grandes eléctricas ya es importante en el sector y solo benefician a sus cuentas de resultados.
    No se puede hablar tan a la ligera, hay que medir bien cuál es el efecto del cambio, pero no es para una conversación de bar con una cerveza delante, hay muchos puestos de trabajo en juego.

    Peteconte
    2 años

    Hay que tener en cuenta que: el turismo, no es sólo vender pasajes a algún lugar dentro o fuera de España, es también una industria que genera trabajo en innumerables puestos y destinos...

    Paloma
    2 años

    Totalmente de acuerdo con este gran señor. El turismo es una industria caduca, sin innovación. España tenemos qu pensar en más opciones, si no, nos convertiremos en los lacayos de Europa, ridículo.

    Eliecer Levi
    2 años

    Que poca profundidad. El problema no es la dependencia o la materialidad. El problema es la productividad. El turismo emplea muchas horas para obtener muy poco beneficio con lo que produce subempleo y rentas bajas.
    Un país es su productividad, la demanda interna que estimulan los salarios dignos y la competencia tecnológica.
    En suma, competir con Alemania o con Túnez. Esa es la cuestión.

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