Los turistas no quieren la noche

¿Saben ustedes cuál es la razón principal que aduce el Parlamento de Baleares para pedir por unanimidad que las islas tengan la hora de Turquía, Finlandia y Ucrania, en lugar de la de España e Italia, por ejemplo? Pues que afecta al turismo. ¿Al turismo?

La petición se basa en la suposición de que si en las islas Baleares anocheciera más tarde, los turistas vendrán más, en cambio si anochece sobre las cinco o las seis, no vendrán. Observen el detalle: los turistas estarían viajando desde países con la misma hora que tenemos hoy, incluso los que podrían venir de Gran Bretaña tienen una hora menos. Pero extrañamente, quieren ir a un lugar con una hora más. Entonces, de ser así, ¿por qué extraña razón los turistas sí mantienen su flujo hacia la Costa del Sol? Incluso más paradójico, ¿por qué viajan a Faro, en Portugal, donde aún anochece una hora antes, zona que mantiene una razonable oferta turística invernal?

Hace años que en Baleares se abandonó el turismo de invierno. Si desde el 1 de noviembre hasta el 1 de abril, más o menos, no queda prácticamente nada abierto es, entre otras cosas, porque los diputados de Baleares llevan toda su vida sin adoptar ni una medida para ofrecer un producto turístico invernal. Hubo una iniciativa ya muerta y enterrada que se llamaba “Un invierno en Mallorca”, como la obra que escribiera George Sand tras estar un tiempo en la isla. Consistía en un calendario de eventos que más o menos lograba dar algo de vida pero que paulatinamente se fue abandonando, hasta que hoy no hay nada que dinamice las islas en invierno. Un empresario de golf me explicaba no hace mucho su desesperación cada vez que en invierno algún jugador le pide para salir por la noche a algún espectáculo. “¿Qué le contesto?”, me decía, señalando su impotencia ante un problema que no tiene nada que ver con el reloj.