Los políticos vuelven a la selva

Durante años, la lucha contra el Covid en el mundo se basó en la idea de “sálvese quien pueda”. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, en más y más países se fue extendiendo la idea, absolutamente correcta, de que es absurdo bloquear territorios y no enfermos. Por eso, hoy es posible viajar a donde uno quiera, salvo si no está vacunado. Porque se entiende que el problema no es si una persona viene de un territorio sino si una persona tiene o no el virus. Obvio, pero nos costó dos años aprenderlo.

Y no lo hemos aprendido. Bastó una noticia un poco ambigua procedente de Sudáfrica para que los gobiernos vuelvan a hacer las tonterías a las que nos tienen acostumbrados. Ya verán: van a causar un daño tremendo al transporte y el turismo, pero es que además no existe ninguna posibilidad de que logren frenar la expansión de la nueva variante del virus.

Bastó la noticia de Omicron para que todos cerraran los aeropuertos para Sudáfrica, como si el virus hubiera sido descubierto ayer, como si no estuviera ya por todo. El virus sólo no está allí donde no hay capacidad para analizar el genoma del virus. Está en Sudáfrica porque este país ha sido capaz de analizarlo, pero no está en Mozambique o en Egipto porque en estos países no hay capacidad para detectarlo.

Así vamos: se trata de hacer un espectáculo para que los votantes piensen que nuestros gobiernos nos amparan. Empezando por Londres, todos hemos ido por el mismo camino, cometiendo los mismos errores. El peligro es el virus --si es que lo es, porque hay muchas versiones muy diferentes—y no Sudáfrica, a la que estamos haciendo polvo.