No puedo dejar de comentar la tremenda ironía que supondrá que la sede del Partido Comunista Italiano, en el centro de Roma, se vaya a convertir en un hotel de cinco estrellas. Simplemente es un mensaje demoledor que merece una reflexión profunda.
Aún me sorprende más que el edificio, reconvertido en hotel, vaya a conservar el busto de Gramsci o la estrella comunista que está en el suelo, para que sea pisada por los capitalistas millonarios, burgueses que probablemente serán los clientes más habituales del hotel.
Observen que hasta finales de los ochenta, cuando cae el muro de Berlín, ese era uno de los edificios más importantes del comunismo internacional porque sólo en Italia este movimiento tuvo fuerza suficiente para disputar la presidencia del Consiglio dei Ministri, el máximo poder político. En el resto de Europa, tal vez con la excepción muy limitada de Francia, un poco de Portugal y de Grecia, los comunistas no tenían peso real.
En el caso de Gramsci, profanar el que fuera su despacho no es sólo que el capitalismo invada el lugar en el que un político como él planeó sus estrategias, es que también se invade el ámbito del académico que postuló ideas como la de la hegemonía, método de imposición demoledor. Probablemente, la conversión de este edificio en hotel, o sea en negocio, sea parte de esa hegemonía narrativa que ha impuesto sus reglas en todo el mundo.
Una noticia que tiene muchas lecturas, desde luego.
Puestos a fomentar la irreverencia, podríamos dedicar el Palacio del Pardo -hoy alojamiento de altas personalidades de Estado- a Hotel para nostálgicos. Se imaginan lo cotizadisimo que estaría el aseo, para mearse y cagarse cómo un dictador. Ya puestos, el Pazo de Meiras, dónde “La Collares” arrasó con la correspondencia privada de la Pardo Bazán subida de tono sobre las cosas que le comería en el próximo encuentro el canario Pérez Galdos.
En la misma línea, siempre que voy a Roma con la parienta, me presta muchísimo alojarme en un Convento y arrimar cebolleta e incitar a que grite cómo una ninfomana en el corredor de la muerte.
Ya lo decía mi güelu … cada loco, con su tema.
No han inventado nada nuevo, sin ir más lejos, el mastodóntico edificio que fuera sede del "partido" en Sofía, la capital búlgara, parte del mismo es el hotel más lujoso de la ciudad, si la memoria no me falla gestionado por Sheraton.