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EDICIÓN ESPAÑA

La batalla de la ecotasa

Supongo que a estas alturas los lectores sabrán que Podemos en Baleares está a la greña con el resto de la izquierda, a cuenta de dos cuestiones: la facultad de Medicina, a la que se opone, y la ecotasa o impuesto turístico tal como está redactada.

 

Merece la pena atender por un instante los argumentos que aportan los de Jarabo, porque tienen bastante razón: fundamentalmente afirman que ese impuesto no es una tasa ambiental, porque no tiene vinculación con las actividades contaminantes y su recaudación no se destina a paliar el impacto que pueda haber provocado el turismo en el ecosistema de las Islas. Existe un argumento adicional en el sentido de que no se premia a las islas menores en el reparto.

 

Desde mi punto de vista, es evidente que Podemos tiene razón en el asunto de fondo: este no es un impuesto ambiental, sino simplemente es un impuesto. Un impuesto ambiental tiene como objetivo luchar contra los impactos ambientales que causa la actividad objeto del gravamen, de forma que si el sujeto pasivo dejara de contaminar, dejaría de pagar esa tasa. Este no es el caso, porque el turismo no puede hacer nada para dejar de pagar el impuesto. Ni siquiera aunque se llegara a no consumir energía o que sólo se usaran renovables, aunque el propio hotel depurara todas las aguas, aunque no hubiera un solo vertido, se seguiría pagando porque es simplemente un impuesto como cualquier otro. Va por noche de estancia, no por impacto ambiental, no por daño al entorno. Por supuesto, tampoco hay compromiso alguno de que la recaudación revertirá en el medio ambiente.

 

Por lo tanto, los argumentos de Podemos en este sentido son absolutamente demoledores. Lo que no se entiende, sin embargo, es por qué este lío se monta ahora y no en los últimos seis meses, puesto que jamás el conseller de Turismo sugirió que, pese a los nombres, este fuera a ser un impuesto ambiental. Desde el principio pareció quedar claro que este impuesto es una especie de desahogo con los hoteleros, que habían apoyado abiertamente al Partido Popular y que habían logrado revertir el impuesto creado hace ahora quince años por otro gobierno de izquierdas. No es explicable que Podemos haya dejado que las cosas llegaran a este punto para hacer saltar la polémica.

 

 

Tampoco se entiende la cuestión del peso de las islas. Es lógico que Ibiza, que sufre mucho impacto ambiental, tenga un plus en el reparto de este impuesto, pero lo de Menorca está menos claro. Y, desde luego, ese plus debería basarse en el impacto objetivo, no en otros argumentos.


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