Europa: ilegalidad casi mafiosa

Una docena de países integrantes de la Europa comunitaria, incontables sindicatos y, por supuesto, las aerolíneas, están pidiendo la derogación del reglamento europeo que obliga a que las compañías aéreas tengan que devolver el dinero de los vuelos que, por la razón que fuera, no se llegan a ofrecer a los pasajeros. Ya saben ustedes la polémica que está teniendo lugar estos días, derivada de que las aerolíneas no quieren devolver lo cobrado, por más que no hayan prestado el servicio.

A mí, este cambio legal, me parece bien. Estoy de acuerdo. La ley está para ser cambiada si se considera que no es correcta o que las circunstancias han cambiado. Que se modifique y que las aerolíneas no devuelvan el dinero. Me parece bien.

Pero, de acuerdo con los principios jurídicos consagrados en la tradición, este cambio se aplicará, como todos los cambios, desde el momento en que se aprueba en adelante. Por supuesto, este cambio legal, si es que prosperara, en ningún caso puede afectar a las relaciones comerciales que las aerolíneas han tenido con sus clientes en el pasado. Y el pasado fue ayer. Y 2019. Lo cual es un principio elemental de lógica jurídica. 

Si dos personas establecen una relación de cualquier tipo, lo hacen según el orden legal en vigor en ese momento. Lo que de ninguna manera es aceptable es que una disposición que se acuerde en los próximos dos o tres meses modifique lo que establecimos hoy, simplemente porque eso es una aberración. ¿Cómo vamos a negociar nada si el marco jurídico es cambiante? Si en febrero de 2020 un viajero compró un billete de avión con un reglamento europeo que establecía que, si no se prestara el servicio, el dinero sería reembolsable, eso debe respetarse.

Ahora bien: si las aerolíneas se empeñan en que a partir de ahora no haya derecho al reembolso, entonces los usuarios deberíamos reservar nuestros billetes de avión sin pagar por los mismos y sólo desembolsar el dinero una vez en el aeropuerto de destino. Como hacemos con los taxis. Los taxis sólo nos cobran cuando han llegado al destino. Así quiero pagarle a las aerolíneas y se acabó el problema. Si no hay vuelo, no hay dinero.

Francamente, la conducta de las autoridades, especialmente en estos doce países que han presentado esta solicitud a la Unión Europea, es vergonzosa. Yo comprendo que las aerolíneas han de sobrevivir, pero no a costa de los clientes. En el peor de los casos, que sean subvencionados por el conjunto de los contribuyentes, pero no arbitrariamente por los que en ese momento han sido atrapados accidentalmente mientras actuaban de buena fe de acuerdo a un marco legal.

Pocas veces la ley ha sido tan poco respetada; pocas veces los principios sagrados con los que el Derecho se ha llenado la boca toda la vida han sido ignorados y despreciados de forma más abyecta. Prácticamente hablamos de conductas mafiosas, irrespetuosas con todo lo que históricamente habíamos defendido. Y eso en el núcleo de la Unión Europea.

Qué lamentable.