Eurojueces: mejor calladitos

Europa no se unió porque los sistemas jurídicos de los países fueran débiles; la unión europea se propició por razones económicas, para evitar que el continente fuera una suma de economías fragmentadas. La europeización de la justicia es una consecuencia no muy bien presentada para cerrar una estructura de estado, decisión de los franceses y alemanes, a los que los países del Sur decimos que sí porque no estamos para estas cosas. Gracias a esos jueces, ahora las aerolíneas tienen que pagar por cualquier daño que sufra el pasajero a bordo de sus aviones, tenga o no responsabilidad sobre ello. Así lo ha determinado una sentencia que obliga a Nikki a pagar una indemnización a una familia cuya hija sufrió algunas quemaduras al volcar el café que había comprado y tenía en su asiento. Se trataba de un vuelo entre Mallorca y Austria. Ni siquiera fue café que se cayera del ‘trolley’ del servicio a bordo, sino que lo tenía en el asiento.

Para esto sirven los jueces europeos, como si en Austria no hubiera suficiente capacidad para determinar qué hacer en estos casos. Los viajes en avión están sometidos a la Convención de Montreal, que habla de que las aerolíneas se harán cargo de los daños causados por un ‘accidente’, pero no establece qué es un accidente. Ahora, gracias a las instituciones europeas, ya tenemos una interpretación de qué es un accidente: todo aquello que perjudique a un viajero en el interior de un avión y no sólo aquellos hechos generados por un funcionamiento inadecuado de la operativa aeronáutica.

Mi opinión sobre este tema es la siguiente. Primero, no tiene sentido alguno que un tema tan estúpido como este pase por los tribunales europeos. Lo siguiente es que determinen el color de los calzoncillos de la gente. Simplemente banal. Segundo, yendo al asunto, determinar que todo lo que ocurre en el interior del avión, sea o no culpa de la compañía, sea o no resultado de una negligencia, debe pagarlo la aerolínea es otro absurdo. El efecto de esto es un incremento del precio de los viajes porque, al fin y al cabo, todas estas tonterías las tiene que pagar al final el usuario.

Sin embargo, mientras nos entretenemos con estas bobadas, cada vez que una aerolínea quiebra, miles y miles de personas pierden el dinero que gastaron en comprar billetes. Esto, que es un clamor desde hace tiempo, no se gestiona, no se regula, no se aborda. Pero, sin embargo, gracias a Europa, ahora sabemos que si me mojo con un refresco, la compañía aérea me ha de pagar la tintorería.