“Esta ley caduca en seis horas”

Como es lógico, los medios de comunicación nacionales se hacían eco este miércoles de que el Boletín Oficial del Estado publicaba una ley por la cual la mascarilla pasa a ser obligatoria en todos lados, incluidas las zonas de playa y piscina. Estúpido de mí, acostumbrado a que en el pasado una ley solía tener un periodo de vida al menos de unos meses, escribí un artículo para este digital ironizando sobre el hecho de que haya tenido que pasar un año, incluso uno poco más de doce meses, para que finalmente nuestras autoridades hayan tomado esta decisión.

Decía en ese artículo, que no es el que están leyendo porque no lo llegué a publicar, que hay incontables estudios científicos que señalan que los contagios de coronavirus al aire libre son extremadamente infrecuentes y que el problema está centrado en interiores. Recordaba que es mucho más complicado resolver el problema del transporte público, que tiene lugar en espacios cerrados. Suecia, que no ha obligado al uso de la mascarilla, sí la ha impuesto en el transporte público, porque este es un lugar de riesgo. Pero es igual: España, por ley, tiene que tomar el sol con mascarilla. Lo cual significará frentes morenas, bocas blancas. Daremos risa, desde luego.

Como se imaginan, hay muchos otros aspectos a comentar del hecho de que nuestros políticos, debidamente asesorados por los científicos más rigurosos del mundo, tomen este acuerdo con un año de retraso. Pero da igual, porque se han superado.

Nunca llegué a publicar el artículo porque en el momento en el que iba a apretar el botón “enviar”, hice un último recorrido por los medios de comunicación, para ver si había algún tema turístico de interés y me encuentro con algo que es fiel reflejo del despiporre en el que se ha convertido este país: la ley que se publicó por la mañana de este miércoles, al mediodía ya no se aplica.

No sé con precisión cómo ha quedado, pero los medios de comunicación decían que ya no es necesaria la utilización de la mascarilla en la playa, según acordó el Consejo Interterritorial de Salud. En realidad, no es que yo no sepa cómo ha quedado, es que nadie lo sabe. Según El País, que ya saben que no está infiltrado de fascistas, el ministerio estaba en la tarde del miércoles buscando hacer una interpretación de la ley que permitiera no usar la mascarilla en la playa. O sea que la ley es interpretable, variable, mutable. Donde dice “mascarilla” puede querer decir “ilusión de mascarilla”, donde dice “espacios abiertos” en realidad quiere decir otra cosa. ¿También la del Impuesto de la Renta es interpretable? 

Más divertido aún: “fuentes consultadas por este periódico (El País), la ley ha quedado obsoleta”. Claro, claro, es que es de ayer. En el mundo, las leyes quedan obsoletas porque la realidad cambia y eso tarda algunas décadas; en España todo cambia tanto que a mediodía la prensa dice que la ley está obsoleta, caducada; que la realidad a la que aludía ha sido desbordada.

Si era disparatado que el Gobierno obligue a usar las mascarillas un año después de que aparezca la epidemia, que la ley aprobada por la mañana caduque a mediodía es un indicador de que estamos en manos impresentables. 

Simplemente, no tenemos gobierno. No tenemos rumbo. Esto no sirve para nada. Da pena.