El turismo quiere a Rusia

A ver si lo entendí bien. Este miércoles, se reunió en Madrid la asamblea general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), de la que son miembros unos 160 países. Entre los temas a votar estaba la expulsión de Rusia, lo que, dada la inutilidad de la OMT, viene a ser un acto político de posicionarse frente a la guerra (Rusia abandona la OMT poco antes de que la echen).

Según lo que se informó, acudieron a la votación en Madrid 91 países, lo que nos debe llevar a pensar que para 69 países lo que se iba a votar no tenía importancia o, en su defecto, perdieron el taxi, estaban aún tomando el desayuno o no sé qué otra razón tuvieron para no estar presentes.

De los que votaron, nada menos que cuarenta países se abstuvieron. O sea que no tienen claro qué piensan. O dudan. Debe ser que es un conflicto bélico difícil de entender, donde para ellos no está claro ni quién agrede ni quién es agredido, lo que les ha llevado a no posicionarse.

Otros once países votaron a favor de la continuidad de Rusia en la OMT.

Y, finalmente, gracias a Dios, hubo algún otro país, cuarenta para ser exactos, que votó en contra de Rusia. O sea que el veinticinco por ciento de los países del mundo se posicionó por echar a Rusia de la Organización Mundial del Turismo. El resto, por una razón o por otra, con más o con menos entusiasmo, no tiene claro que se haya de marchar, lo que viene a significar que quiere a Rusia.

No obstante, la votación fue leída como cuarenta votos en contra de Rusia y once a favor. De manera que la echaron. O no, porque Rusia se había marchado por ella misma horas antes.

Cualquiera que vea las noticias que vemos nosotros, en las que no parece haber duda de quien es el bueno y el malo de esta guerra, debería estar sorprendido: sólo uno de cada cuatro países del mundo quiere que Rusia se vaya a la OMT.

¿No es para dudar sobre si es o no necesaria la OMT?