El salario de las camareras de piso

La ministra Yolanda Díaz ha hecho de Pablo Iglesias o de Alberto Garzón: ha lanzado en los medios que las camareras de piso no cobran el salario mínimo y ahí lo ha dejado, como si no fuera responsabilidad del gobierno exigir el cumplimiento de las leyes. Los hoteleros se han indignado porque recuerdan que si eso fuera verdad, los sindicatos lo denunciarían. Y añado que los que gobiernan no están para denunciar en la prensa sino para aplicar sanciones administrativas, si lo que dicen es verdad.

Sin embargo, para mí el problema de estas trabajadoras, al igual que el de todo el personal sin cualificación es precisamente su baja cualificación. En España nos desgañitamos toda la vida diciendo qué debe ganar el trabajador que no tiene formación cuando en realidad el asunto debería ser qué hacemos para que esos trabajadores tengan una formación adecuada. No es posible que haya regiones de este país en las que más de la mitad de los chicos no acaba la enseñanza secundaria. Y esto está ocurriendo. 

A partir de ahí, hay que decir que en la dura realidad de la calle, en ese mercado que es el del empleo, el problema es que si los trabajadores sin formación no aceptan lo que les ofrecen, habrá otro millón de personas dispuestas a hacerse con esa plaza, incluso con esos salarios. El problema de fondo de España es que seguimos sin formar a nuestros conciudadanos; consentimos un sistema educativo que expulsa a los jóvenes, que los deja sin futuro, a merced de lo que pueda pasar. 

Hace unos meses, en una provincia española, abría sus puertas Primark. La empresa convocó a quienes quisieran integrarse en su plantilla –ya podemos hacernos una idea de que los salarios no deben de ser muy altos, aunque imagino que deben de estar dentro del convenio, como es lógico-- y las colas que se formaron ante la oficina de reclutamiento daban la vuelta a varias manzanas. ¿Pretende alguien llevarse un buen sueldo cuando de un lado hay un número limitado de plazas y del otro los aspirantes multiplican varias veces la oferta?

La única garantía de que esta España mal pagada pueda definitivamente salir de su situación es mejorar la formación, la educación. Justamente aquello que está hoy en caída libre. Un empresario no busca personal, busca capacidades, habilidades para desempeñar trabajos. Para ciertas funciones que puede hacer cualquiera, sobra gente; para otras, que exigen conocimientos específicos, no. Los segundos se llevan el dinero porque las empresas no tienen más remedio que pagar para poder tener los servicios que necesitan y, por tanto, cumplir con sus clientes.

Este es el asunto central de la economía española. A partir de ahí, por supuesto, está la negociación colectiva, está la dignidad de la persona, etcétera.

No es muy consistente hablar de salarios e ignorar el tema de la formación, de la educación. En el puesto de trabajo, la retribución no es igualitaria sino que responde a las capacidades. Como es lógico. Como, sin embargo, no ocurre en política. Tal vez por eso se lían.