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EDICIÓN ESPAÑA

Vacaciones estándar

Un año más, y va toda la historia, el turismo en España sigue concentrado en unas pocas fechas, amontonado, sin ninguna política de dispersión y extensión en el tiempo. El problema, acuciante y angustioso, se produce porque en nuestro país las rigideces laborales y escolares son de dimensiones colosales. Siempre hemos hecho las cosas de una forma y no hay manera de que nadie las cambie, afectando así a nuestra primera actividad económica.

 

Para empezar, las vacaciones más importantes tienen lugar casi exclusivamente en agosto o, como mucho en julio. Esa concentración es mala para la industria, porque durante el resto del año la demanda de vacaciones de españoles es muy baja, y es mala para el viajero porque en esas fechas tiene que pagar precios desorbitados.

 

En los últimos años, los viajes de fin de semana se han popularizado de forma significativa, de manera que hoy constituyen un capítulo importante de nuestras vidas. Sin embargo, en España mantenemos prácticas antiguas: los festivos son uniformes en todo el país, especialmente en materia escolar, generando problemas importantes en el mismo sentido: concentración en algunos casos, ausencia de viajeros en otras fechas.

 

El Gobierno actual es consciente de ello, tanto que anunció que pondría orden en el desorden que tenemos, pero terminó, como en tantas cosas, por archivar sus proyectos, impotente ante el conservadurismo social reinante y su incapacidad para explicar los beneficios de los cambios que se pretendían introducir. Veamos, por ejemplo, el absurdo que se volverá a producir en 2016, cuando el puente de la Inmaculada vuelva a ser interminable -martes y jueves serán festivos-: se paraliza la economía y no se beneficia a nadie, por la alta concentración de viajeros.

 

El secreto probablemente sea copiar a otros: por ejemplo, permitir que las escuelas puedan organizar sus vacaciones de forma diferente, de manera que no se produzcan concentraciones en ciertas fechas; permitir a las empresas ofrecer vacaciones en momentos del año diferentes del verano, para redistribuir los efectos de las ausencias.

 

Mientras alguien se decide a hacer algo, el turismo sigue dependiendo hoy de la fantástica diversidad de calendarios que tiene Europa, que nos permite sobrevivir todo el año. Lógico, en julio y agosto, cuando aparecen los españoles, los precios son estratosféricos porque el sector no puede descuidar a quien le compra plazas todo el año. Normal.


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    Lopex
    9 años

    El escudo siempre estará en decir que en este país las condiciones en verano son diferentes a otros países de Europa: que si el clima, que si las horas de sol... Les sirve para no conciliar ni horarios laborales ni vacaciones.

    trabajador
    9 años

    Es cierto que seria ideal para todos, pero podría ser peor, que nos den vacaciones laborales y escolares en diferentes fechas, así nadie se puede ir de vacaciones.
    Cuidado con los cambios que deseas que te los pueden otorgar.

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