Por qué Ryanair despide pilotos

Cuando una empresa despide a su plantilla es que las cosas van mal: o gana menos, o pierde más, o sus costes están descontrolados y va a la ruina. Sin embargo, nada puede estar más alejado de la realidad de Ryanair que es extremadamente rentable, que tiene sus costes controlados y que dispone de una operativa envidiable.

Sin embargo, tiene que reducir plantilla. La razón –la culpa, en este caso—la tiene Boeing. Ryanair dispone de 425 aviones, todos del modelo Boeing 737-800. Y tiene una orden de compra por 230 aviones del modelo 737Max. La mayor parte de estos aviones iban a reemplazar a los aviones viejos aunque, una pequeña parte se destinaría a aumentar la flota hasta los 500 aviones. Este era el plan. Desde el mes que viene, Boeing tenía que empezar a entregar sus aviones.

Todos sabemos ya que esa entrega no va a tener lugar. En la última presentación de datos, O’Leary fue extremadamente duro con Boeing por sus interminables retrasos, usando palabras gruesas para referirse a la situación creada.

Los aviones nuevos no llegan, ni llegarán seguramente hasta 2020. Pero, en cambio, los compromisos de venta de los aviones usados hay que respetarlos porque normalmente esos contratos van con cláusulas de penalización. Es decir que a partir de este final de año, Ryanair tiene que empezar a dar de baja aviones sin que lleguen los nuevos. O sea, por primera vez en años, va a adelgazar.

Menos aviones, tal vez hasta 50 menos al final del invierno, puede resolverse de dos maneras: manteniendo a la plantilla y esperando o, como es de esperar en una empresa tan agresiva como Ryanair –y casi cualquier otra--, despidiendo gente para no pagar por no hacer nada.

Conociendo a Ryanair, lo que no va a suceder es que retire un avión de cada base, porque eso mantiene los costes de los servicios de las bases. Lo que hará será cerrar bases enteramente. Ya se sabe que una de ellas es Faro, en Portugal. Y, aunque no se ha confirmado, parece probable que Gerona y las de Canarias estén entre ellas.

Ryanair es, casi por naturaleza, una empresa depredadora. Hace negocio cuando puede y se marcha si no puede. No tiene vinculación emocional alguna con el lugar. Ni con la gente. No es española. Ni inglesa. Y ya lo ha dicho más de una vez, si hace falta tampoco es irlandesa.

Simultáneamente, el mercado de la aviación en Europa, muy especialmente en Alemania y Austria, está viviendo una crisis de sobreoferta. La demanda ha crecido, pero la oferta se ha disparado. Y este verano, que no está siendo tan bueno como el año pasado, es una prueba de fuego: sobran aviones. De manera que los que pueden, se retraen.

Las aerolíneas de bandera, por mil razones, no tienen fácil una adaptación al mercado. Pero las que son como Ryanair –y no es la única, por supuesto--, reorganizan su oferta de vuelos sin problema alguno. Especialmente aprovechando el lío de los aviones 737Max.

De esta forma, O’Leary, que por supuesto sigue controlando hasta el último movimiento en todo el grupo que creó y dirige con mano de hierro, aprovecha para cerrar aquellas bases que no ganan suficiente, que no tienen recorrido por delante, que le molestan en su estrategia de negociación colectiva. En cambio, se está volcando en algunos lugares que están resultando sorprendentemente rentables como Ucrania, Israel, Jordania y hasta piensa llegar en breve a Armenia.

Porque para Ryanair, todo es una cuestión de números.

Pero no se engañen, los dirigentes de las aerolíneas que no actúan como Ryanair no hacen más que darse golpes en la cabeza lamentando no poder actuar como el pirata de Dublín (O’Leary, no Walsh).