¿Por qué el Gobierno subvenciona a las aerolíneas para que NO bajen el precio a las islas?

La subvención del setenta y cinco por ciento en los vuelos entre la Península y Canarias o Baleares se ha convertido en un escándalo de primer orden, porque esa subvención no ha bajado los precios de los vuelos sino que se ha convertido en un dinero que el Gobierno inyecta directamente en las arcas de Ryanair, Iberia, Vueling, Air Europa o Norwegian, sin que el viajero lo llegue a notar.

¿Por qué ocurre esto? ¿Es que las compañías han ideado un perverso mecanismo para aprovecharse del dinero público? No, aquí el único tonto es el Gobierno, que ha diseñado la subvención de una forma que sólo beneficia a la aerolínea y jamás al viajero. Hasta podríamos decir que las aerolíneas no podrían evitar lo que ocurre.

¿Cómo se fijan hoy los precios de los billetes aéreos? Estrictamente mediante un algoritmo que trabaja en los servidores de las aerolíneas y que funciona así: a más demanda, más precio; a menos demanda, menos precio. Por ejemplo, la demanda para volar entre el Reino Unido y Madrid para la final de la Champions fue tan brutal, que el precio de los vuelos llegó a los mil euros por trayecto en cuestión de minutos; en cambio, a día de hoy la demanda para los vuelos Madrid-Fez es tan baja que Ryanair pide dieciocho euros por trayecto.

Ahora bien, si usted y yo y ciento cincuenta personas más ahora mismo entramos en la web de Ryanair y compramos un billete para Fez, el servidor notará un aumento de la demanda y automáticamente subirá el precio, porque proyectará que los asientos se agotarán mucho antes que el avión parta. Eso hará que el precio aumente, dependiendo de la intensidad de la demanda. Si realmente fuéramos ciento cincuenta personas las que entráramos a la vez, el precio podría llegar a los trescientos euros, por ejemplo.

Pero, por trescientos euros, seguramente una parte de los ciento cincuenta compradores no querrá viajar. “Yo pagaría sesenta euros, pero no más”, dirán unos. Otros pensarán que no pagarían más de cien euros. El sistema informático calcula cuántos viajeros tiene y hace una proyección de la demanda hasta el día en que parta el vuelo, estimando un precio adecuado para que únicamente ciento ochenta y seis pasajeros hagan la reserva. El cálculo se hace estadísticamente. Al final, oferta y demanda terminarán casi por casar perfectamente.

Como ven, el dato fundamental para fijar el precio es la decisión de compra. Si el viajero decide comprar por treinta euros, el sistema presiona al alza, pero si el viajero no compra por ese precio, este se mantiene.

¿Qué ocurre con los viajes a las islas? Que el viajero decide viajar no por el precio teórico que pueda costar un billete sino por el real, por el que tendrá que pagar. Pongamos por caso, cincuenta euros. Si un viajero está dispuesto a viajar por cincuenta euros reales, el sistema informático de la aerolínea detectará la decisión de compra cuando esté en un precio que suponga este pago. Esto, hasta hace unos meses equivalía a un viaje de cien euros en el que el estado subvencionaba cincuenta. Ahora, el mismo viajero que decide volar por cincuenta euros ha escogido un viaje en el que el gobierno ha de poner una subvención de cientocincuenta euros, porque el estado paga el setenta y cinco por ciento del precio. Pero los viajeros no deciden por ese precio teórico sino por el real, por el que han desembolsar. Y a eso responde el algoritmo de las aerolíneas.

El resultado es que los vuelos entre la Península y Baleares no han bajado de precio sino que, incluso, han subido, porque antes el viajero que volaba por cincuenta lo hacía comprando un billete de cien con una subvención de cincuenta (la mitad del precio lo asumía el estado) y ahora viaja también por cincuenta, pero el estado ha de poner ciento cincuenta (subvención del setenta y cinco por ciento).

La consecuencia es que el Estado está ahora inyectando millones y millones de euros en las arcas de las compañías. ¿Tienen la culpa las aerolíneas? No, todos sus vuelos, a las islas o a cualquier destino, se venden de la misma manera; las operaciones a Baleares y Canarias se rigen por los mismos principios y los mismos algoritmos, pero el legislador, torpe él, ha creado un sistema que lo altera todo en beneficio de las empresas y no de los viajeros. Porque el legislador, anticuado, piensa que los precios están escritos en una pizarra y son inamovibles. No, los precios de los vuelos dependen de la oferta y de la demanda, la cual con su subvención queda totalmente alterada y desnaturalizada.

Los accionistas de las aerolíneas siempre les estarán agradecidos.