He escrito muchas veces sobre la situación vivida en los aeropuertos de España el viernes en el que se iniciaba el puente de la Inmaculada de 2010. Alrededor de las cuatro de la tarde, a medida que se iban conociendo detalles de los acuerdos del Consejo de Ministros que se había desarrollado esa mañana, se iban paralizando los aeropuertos, porque “los controladores se habían puesto en huelga”, según indicaban los empleados de las diferentes compañías aéreas a unos pasajeros que empezaban a ponerse nerviosos porque sus vacaciones estaban siendo arruinadas antes de empezarlas.
A mí me pilló en medio, con el avión ya aterrizado y en la cola para embarcar. Pero no partimos. Ni al día siguiente, siquiera, pese a que estaba todo preparado. En otros casos, los aviones fueron desviados a sus países de origen o, incluso, a terceros, si no tenían combustible suficiente para retornar. Ya se imaginan el caos que se organizó.
Ahora, con buen criterio, la fiscalía pide que los culpables paguen de sus bolsillos los daños causados. Pero no es de eso de lo que les quiero hablar, sino de la manipulación del lenguaje que leemos en la prensa. Los medios de comunicación indican que ese día hubo una “huelga encubierta”.
¿Huelga encubierta? Sí, esta es la palabra que emplean. ¿Pero cómo puede estar encubierta una huelga que consiste en que todos los controladores dejen sus puestos de trabajo al mismo tiempo? Pues porque supuestamente todos se enfermaron en ese momento y no hubo forma de normalizar el servicio. Es decir que lo que fue encubierto, según esto, es la huelga, porque lo real, lo evidente, es que se enfermaron.
Perdonen, pero yo no estoy loco. Ese día no hubo una huelga encubierta sino una huelga real y tangible. Lo que hubo encubierto fue una supuesta enfermedad generalizada, totalmente inverosímil para alguien cuerdo. Pueden llamarle como quieran, pero no me hagan comulgar con ruedas de molino.
los tribunales no están sentenciando precisamente eso si no que el gobierno quien sin causa ordeno el cierre del espacio aéreo ,eximiendo a los controladores de responsabilidad.