La experiencia de mal viajar

En los próximos días voy a viajar con Ryanair. Tiene sentido que lo haga porque tanto la ruta como el horario que me ofrece la compañía son ideales para mis necesidades. El precio, en estas fechas, es igualmente interesante, muy por debajo incluso del precio que en mi ciudad tiene el bus que va al aeropuerto. Eso es todo lo que Ryanair puede ofrecerme y que me interese. El resto es un suplicio que procedo a narrar.

Desde hace algo así como un mes, creo haber recibido no menos de una docena de e-mails prácticamente amenazantes en los que se me recuerda hasta la saciedad la conveniencia o necesidad de que pague un billete más caro. Afortunadamente, sólo tengo un billete con esta compañía porque me imagino qué ocurriría con mi buzón de haber contratado con ella los cinco viajes que tengo para el mes que viene.

En un mail me intentan vender hoteles; en otro un coche de alquiler; en otro el embarque preferente; en otro el aparcamiento y el transporte desde y hacia el aeropuerto, tanto en el de salida como en el de llegada; me dicen que no podré viajar junto a mi acompañante si no pago una cantidad por no sé qué concepto y, naturalmente, con lo que más han insistido es con el tamaño de la maleta de mano que puedo llevar sin coste, recordándome que si me paso de esas medidas tengo que pagar más. Ahora han empezado a enviarme también mensajes a mi teléfono recordándome la sanción a la que tendré que hacer frente si no obtengo la tarjeta de embarque previamente.

Los sociólogos deberían estudiar hasta dónde el ser humano está dispuesto a ser maltratado a cambio de unos pocos euros. Y Ryanair, en este sentido, merece un capítulo aparte. Porque no se puede tratar peor al cliente. Yo comprendo que quieran cobrar por los extras, pero el tono, la actitud, la presentación y las formas son tan agresivas, tan hostiles, que dejan al cliente que no quiere pagar como si fuera un delincuente, como si estuviera descalificado, como un paria.

Son ellos quienes ofrecen los billetes baratos, no los clientes. De verdad, me cuesta mucho encontrar un caso similar de trato desagradable hacia el cliente. ¡Ya me dirán cuánto dinero puede llevarse Ryanair de su política de separar a los viajeros que tienen reservas conjuntas! Pero lo hacen, siendo gratuito, hostil, sin cortarse un pelo.

Francamente, la experiencia de viajar es interesante porque es un momento de contacto con otros, de descubrimientos, de emociones; Ryanair, sin embargo, se encarga de que esto pueda llegar a ser una angustia, un sufrimiento, como quien se aproxima al final de sus días.