La patronal hotelera de Barcelona se ha posicionado a favor de la moratoria que el ayuntamiento de la ciudad ha introducido en la concesión de licencias hoteleras. Es decir que los propios hoteleros están de acuerdo en que se paralice la concesión de licencias. Aparentemente es una postura sorprendente.
¿Es que los hoteleros creen que la política de Ada Colau es la correcta, incluso en aquellos casos en los que la solicitud de licencia hotelera estaba en trámite? No, los hoteleros que ya están instalados en Barcelona están de acuerdo con el ayuntamiento por un interés evidente en que no se amplíe la competencia, en que no se permita que nuevos operadores irrumpan en el mercado. En realidad todos querríamos que no se permitieran más competidores en la actividad en la que nos encontramos. Yo mismo me beneficiaría si hoy mismo se cerraran todas las escuelas de periodismo y desde mañana el número de personas dedicadas a esta actividad empezara a bajar porque, lógicamente, Preferente tendría que pagar más si quiere mantener una plantilla de profesionales a su servicio. Aplíquelo usted a otros sectores: no más vendedores de viajes en el mercado; no más taxistas; no más mayoristas. Esto sería jauja.
Pero más allá de la postura de los hoteleros, está la idea del ayuntamiento de intervenir en el mercado, de moldearlo, cambiarlo, adaptarlo a sus deseos. ¿Y cuáles son los deseos del ayuntamiento? Por un lado hay un argumento bastante aceptable que es la saturación de alojamientos en ciertos lugares de la ciudad, como puede ser la Barceloneta. Es razonable que allí se tomen medidas porque la vida se ha hecho imposible. Pero, en cambio, frenar que la torre Agbar se pueda convertir en hotel es simplemente una 'boutade', una postura que no tiene explicación y que perjudica a quienes honestamente creyeron que allí podría haber un negocio.
Y en este sentido, es muy malo que los propios hoteleros apoyen estas arbitrariedades. Hoy les benefician, pero a la larga les va a resultar muy caro esta connivencia con la irresponsabilidad.
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Pues igual que pasa con los taxistas que no se puede acceder a la profesión por ser un coto cerrado, con el agravante que los que están les ha dado el Ayto gratis la licencia y ellos la venden. Todo esto Me recuerda las mafias de los años 60:......
Yo, como firme defensor y creyente del libre mercado, ese que se regula a si mismo, y cuyo mayor beneficiario es la comunidad a través de la oferta y la demanda, voy en contra de cualquier intervención. ¿Hoteleros y hoteles? Cuantos más, mejor. ¿Taxistas? cuanto más mejor. Mejor para todos. Toda regularización sobre el mercado privado huele a mafia barata y limita el derecho a la igualdad de oportunidades reconocida en nuestra constitución. Toda regularización sobre la actividad económica privada implica la creación de un submundo donde el que no tiene donde caerse muerto se agarra como una lapa porque sabe perfectamente que eso, que no tiene donde caerse muerto. Teme a una competencia porque sabe lo que vale el respecto a la competencia. Si no fuera así no tendría miedo. Y eso es lo que hay, y eso es lo que hay que desregularizar de una vez.