¿Es verdad lo que dice China?

China dijo ayer que prácticamente había normalizado totalmente sus operaciones aéreas interiores en el mes de septiembre. Un 98 por ciento de los pasajeros equivale, desde luego, a la normalidad.

Sin embargo, a mí se me ocurren muchas preguntas: en primer lugar, ¿cómo es posible que en tan poco tiempo se haya podido arradicar el virus de esta manera? Segundo, incluso admitiendo que eso sea verdad, ¿cómo es posible que todos los viajeros hayan recuperado la normalidad, sin temor a volver a contagiarse? ¿Cómo es posible que las conductas chinas sean tan diferentes a las conductas de los europeos? Tercero, ¿cómo es que un país con las fronteras tan grandes como las que tiene China no se produce una filtración del virus de la misma manera que ocurre en Europa o incluso en América?

Si estas afirmaciones fueran ciertas, evidentemente Europa tendría que reflexionar seriamente sobre qué está ocurriendo. No es posible que un continente con la historia y la tradición que tiene sea tan incapaz de controlar una enfermedad como esta. O, en su defecto, si todo esto fuera una patraña, es urgente que se ponga en evidencia este fenomenal engaño chino, si es que existe.

Conocemos el caso de Turkmenistan, Corea del Norte y, en menor medida, Bielorusia, cuyos dirigentes negaron la existencia del virus. Pero estas son chapuzas indisimulables. En cambio, el caso chino, por múltiples razones, merece ser estudiado y, si hubiera lugar, denunciado. O, tal vez, reflexionar sobre lo que hemos hecho tan mal. Y no me refiero a España, lógicamente.