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EDICIÓN ESPAÑA

El 'sottogoverno' de Argentina

Cualquiera que conozca Argentina sabe que uno debe aproximarse a ese país como lo ha de hacer a Italia: nada es lo que parece. En Italia se habla mucho del “sottogoverno”, o gobierno escondido, real, que no emerge, que no es el que sale en los medios. Es el gobierno de los que tienen el poder real. Cuando uno pretende instalar una empresa en un lugar en Italia, no ha de ir al ayuntamiento sino que ha de identificar al poder, para ver si le da permiso. Ese poder lo componen empresarios, personalidades, sindicatos, grupos de presión, mafias. En cada lugar hay un poder, o varios, que conviven. En Argentina pasa algo similar: el poder está ahí y no coincide necesariamente con el residente en la Casa Rosada. Por eso, por mucho que un inversor tenga el beneplácito del poder político de turno, corre el riesgo de terminar saliendo por piernas.

Hace unos años, Mauricio Macri, el presidente, invitó a todos los inversores del mundo a que abrieran líneas aéreas en el país, porque el Gobierno quería apuntarse la medalla de que sus ciudadanos accedieran a los vuelos baratos de los que disfruta todo el mundo, excepto algunos pocos países en los que la legislación no lo permitía. Sin embargo, Macri no explicó si los poderes reales del “sottogoverno” argentino estaban de acuerdo.

Así, se instalaron Avianca, Flybondi, Norwegian y JetSmart, que más o menos están trabajando para abrirse un hueco. No iba a ser fácil, pero para eso está la empresa privada.

Quien lo ha hecho mejor es Flybondi, porque ha escogido estrictamente el modelo low-cost: aeropuertos baratos, flota homogénea, búsqueda del pasajero que no estaba acostumbrado a usar el avión, servicios simples. JetSmart va por el mismo camino. Norwegian, en cambio, es otra cosa, con más elementos de compañía tradicional. Avianca ya cerró, o sea que no cuenta.

Flybondi ha tenido que corregir algunos servicios porque no siempre se acierta completamente. Hace una semana anunciaba que traía más aviones y que creaba nuevas rutas. Todo normal.

Pero de pronto, un sindicalista suelta que la compañía pierde mucho dinero y que en diciembre cierra. Y tras él, la catarata de sugerencias y acusaciones que indican que Flybondi no es exactamente lo que el poder en la sombra en Argentina quiere y acepta.

No es un gran descubrimiento, pero evidentemente este anuncio hará daño, especialmente cuando el modelo no termina de cuajar en un país que, como siempre, es de economía endeble, de rumbo errático y, sobre todo, está en manos de los poderes oscuros. Los sindicatos, no nos engañemos, entre ellos. Ya puede hablar Macri que el poder no está en la Casa Rosada. Las aerolíneas lo comprobarán directamente.


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