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EDICIÓN ESPAÑA

El epitafio para Norwegian

 

Este miércoles se ha sabido que TUI, el turoperador más grande de Europa, recibirá una indemnización de hasta 245 millones de euros por parte de Boeing, como compensación por los daños sufridos a consecuencia de la paralización obligada de los aviones B737Max. La cantidad, imagino, será provisional porque el avión sigue en tierra y aún no se sabe cuándo volverá a operar.

Para TUI, esos 245 millones de euros son agua de mayo. Durante el último año había sufrido los efectos de la paralización de los aviones, con todo tipo de impactos que siempre acaban dañando la cuenta de resultados.

Norwegian, la aerolínea noruega, tenía una situación muy parecida a la de TUI, con una flota prácticamente idéntica, obviamente paralizada en las mismas fechas.

Norwegian, desde que el avión se paralizó, hace ya año y medio, ha estado perdiendo dinero en mantener las flotas, en reemplazarla con otros aviones, en recolocar pasajeros, etcétera. Probablemente ha sufrido más que TUI, al tratarse de un operador regular. En Irlanda, donde el B737Max le causó un daño notable, hubo que usar otros aviones, trasladar pasajeros de un aeropuerto a otro, a veces incluso alojarlos. Los pilotos, naturalmente, son otro problema, porque no todos pilotan todo tipo de aviones, y reemplazarlos genera un lío económico.

Norwegian tenía otros problemas más graves, más de fondo, pero el de Boeing era otra losa más que, hoy, probablemente, podría verse resuelta. Sin embargo, llegará tarde. Hoy Norwegian ya ha sucumbido. Hoy la compañía que conocimos ya no existe. Hoy es una empresita propiedad de las alquiladoras de aviones, que no han tenido más remedio que hacerse con el capital a ver si un día cobran lo que les adeudan.

Hoy, o cuando Norwegian pueda, recuperará ese dinero, pero ya no servirá para que la empresa anterior se salve. Hoy es otra cosa, en otras manos, con otro horizonte, mucho menos ambicioso.

Observen que, además de su crisis, Norwegian ha tenido que sufrir lo indecible por razones ajenas a ella, como esta. Boeing, sin quererlo, ayudó a ponerle el epitafio. Y pronto, seguramente, pagará una cifra similar a la que ha abonado a TUI, para que los dueños de los aviones respiren. Paradojas de la mala suerte.


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