Claroscuros en la operación de Air Europa

IAG es, de las grandes aerolíneas tradicionales, la más rentable. Su negocio, muy diversificado, tiene fundamentos más sólidos que los de sus rivales, Lufthansa y Air France. La alemana, aunque está pasando un mal momento por el estado de sus filiales, tiene poder y solidez suficientes en el medio y largo plazo; la francesa, por el contrario, tiene problemas estructurales más graves, que lastran sus resultados, siempre más pobres.

IAG estaba a la búsqueda de oportunidades. Todos conocemos que hizo una oferta por Norwegian, la cual prefirió intentar sobrevivir por su cuenta. Fracasado este proyecto, es evidente que ha estado rumiando qué comprar que le consolidara su presencia en el mercado. Y aquí viene el punto crítico: ¿qué mercado es el más interesante? ¿Dónde cree IAG que debe expandirse?

La elección de Air Europa consolida a IAG como líder absoluto en Latinoamérica, pero abre muchos interrogantes. ¿Operará con dos marcas? ¿Para qué quiere trabajar en el mismo mercado con dos productos? ¿No es una apuesta demasiado concentrada en un mismo mercado, bastante inestable? ¿Pretende que Iberia diversifique su producto y ceda una parte de Latinoamérica a su hasta ahora rival?

Para IAG, hasta ahora su primer mercado era el Atlántico norte. Pero ahora pasará a serlo también el Atlántico sur. Sin embargo, es complicado entender que la apuesta no atendiera los mercados en los que se espera más crecimiento, como Asia. Sorprende que no se buscara reforzar a British Airways en lugar de hacerlo con Iberia que dispone de una cuota de mercado excelente con Latinoamérica.

Se plantea igualmente una duda: ¿la Unión Europea aceptará esta fusión que deja ciertas rutas casi exclusivamente en manos del grupo IAG?

En todo caso, se trata de una noticia absolutamente sorprendente e inesperada.