Clamor del turismo

Taleb Rifai, el secretario general de la Organización Mundial del Turismo, ha dicho algo muy oportuno en estos momentos: recordar a las autoridades policiales que no pueden ni deben complicar más la vida de los viajeros, especialmente en la aviación. Rifai decía lo mismo que un servidor publicaba en esta misma sección al día siguiente del atentado de París: que hay que preservar la seguridad, por supuesto, pero no ser aún más surrealista de lo que somos hoy. Lo de prohibir la entrada de botellines de agua a los aeropuertos, por ejemplo, cuando en las zonas reservadas también están a la venta los mismos botellines, es un insulto a la inteligencia, se pongan como se pongan. Lo de prohibir los teléfonos móviles sin razón alguna, es otra decisión absurda con la que se complica la vida a los viajeros.

Rifai hablaba de cosas aún más graves que las que sufrimos en España. Decía que por ejemplo, “el 66 por ciento de la población del planeta aún necesita ir a un consulado para pedir visados para viajar”. Es una escena frecuente que en muchos países haya largas colas ante las oficinas consulares, precisamente para lograr estos permisos. Y, pese a ello, la seguridad no mejora sustancialmente. Nosotros aún tenemos que pedir visados, pero sólo para un puñado de países muy lejanos. En Europa, afortunadamente, esto está superado.

Pero aún así, no está de más que los ministros del Interior europeos, que el mismo domingo de la manifestación de París ya decían que iban a obligar a las aerolíneas a enviarles más y más listados de pasajeros, recordaran que el terrorista del supermercado judío vino de París a Madrid en coche y que volvió por la misma vía. ¿Tienen la tentación de pedir a las compañías explotadoras de las autopistas que les envíen fotos de todos los conductores y acompañantes de los coches que pasan por sus peajes? No, por inviable. Pero en cambio, con la aviación si se atreven a complicarla vida a la gente, más allá de lo que es necesario por la seguridad.

Porque aquí la cuestión es simple: seguridad sí, pero gestionada con inteligencia. No hace falta ser un genio para comprender que secuestrar botellines de agua en los controles de viajeros en los aeropuertos no puede incrementar la seguridad. De esto no hay duda.