Todo el discurso público español está dirigido a los más vulnerables. Nuestros políticos parece que no descansan en protegerlos y ampararlos. Los débiles son su prioridad. ¡Qué digo prioridad! lo son todo. No piensan más que en ellos. Desde luego, con eso nos marean desde la primera a la última hora.
Pero si ustedes observan atentamente cada una de las medidas que se han venido adoptando desde el inicio de la pandemia, todas han ido sistemáticamente dirigidas a proteger a los fuertes y sólo si sobra algo, las migajas pueden llegar a los demás.
Empecemos por los billetes de los aviones: desde el primer día a hoy, España es de los pocos países que ha permitido que las aerolíneas, los touroperdores y las empresas de cruceros no devolvieran el dinero a los usuarios. Si las unas son grandes y los otros pequeños, no lo duden que nuestro gobierno habla maravillas de los segundos, pero protege a los primeros. A los pocos días de cerrarse el tráfico aéreo, Aesa ya hacía una interpretación de su propia normativa en la que cabía no devolver el dinero. Y de ahí, sistemáticamente por el mismo camino.
A medida que el tiempo ha ido pasando, nos encontramos con la ‘carnicería’ en el tejido empresarial. Y ahí también están los grandes y los pequeños; las grandes organizaciones, en un extremo, y las empresas casi individuales, unipersonales, en el otro. De nuevo, no lo duden, el Gobierno ha ido ayudando sistemáticamente a los grandes aunque sigue proclamando su apoyo a los que no tienen más salidas que cerrar.
Ahí están miles de empresas de servicios turísticos que no son de primera fila, desde comercios a transportistas locales, de bares a restaurantes, de souvenirs a agencias de viajes. ¿Quienes han sido ayudados? Las grandes cadenas, las grandes aerolíneas, las grandes empresas.
Yo no seré tan demagogo de decir que estas no deban ser ayudadas, pero sí que la vara de medir cuando hablamos de dinero no es la misma que la vara que se emplea a la hora de llenarse la boca. Los débiles, cuando aparece el dinero, quedan los últimos.
Se ha ayudado a quien tiene un mayor número de empleados,es decir,mayor número de familias que tienen que comer.¿Qué también hay que ayudar a los pequeños?,por supuesto,pero por algún sitio hay que empezar.
Y que conste que opino que no puede haber un peor Gobierno que el que tenemos.
Los débiles lo serán por algo, ¿o no? Que se espabilen.