Mallorca lleva ya varias tardes y noches con aglomeraciones masivas de jóvenes que se enfrentan a la policía en las zonas de bebidas de la mayor área turística del Mediterráneo, la playa de Palma. Se habla de varias decenas de miles de personas, entre ellas muchos turistas. Todo ocurre pese a que la presencia de ingleses, habitualmente los que tienen peores comportamientos, es nula.
La imagen es simplemente bochornosa. Ya ocurrió lo mismo hace un año: las autoridades de Baleares fueron incapaces de impedir las concentraciones de gente bebiendo en las calles, hasta que el resto de Europa no tuvo más remedio que adoptar severas medidas limitadoras de los viajes. Ahora estamos igual. Sólo la vacuna puede impedir la expansión del virus, porque nuestras autoridades son incapaces de nada.
Es una muestra de la impotencia absoluta del poder político, carente de armas, de criterio y de decisión. Somos la nada.
Aquí no estamos ante un asunto de salud, que también; aquí el problema es de dignidad: que hasta ayer en España no pudiéramos sentarnos en una mesa de bar porque corría peligro la salud de la humanidad y que hoy, apenas unos días después, diez mil personas se amontonen en una calle en torno a miles de litros de cerveza es una demostración de que nada funciona en este país; que los medios de comunicación se llenen de anuncios sobre la cuantía de las sanciones que se nos aplicarán a los aborígenes si nos acercamos más de lo permitido y que, al mismo tiempo, se publiquen fotos de miles de jóvenes haciendo el indio delante de nuestras autoridades, es una vergüenza. Que nadie dimita, que nadie pida disculpas, que nadie se abochorne es una prueba de que definitivamente sólo estamos ante un conato de poder público, duro con los débiles y débil con los duros. Y borrachos.
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Es lógico que si les inculcamos a nuestros jóvenes que su futuro es poner copas y hacer camas porque España obligatoriamente tiene que vivir del turismo entonces elijan prepararse su futuro en la universidad del botellón, la fiesta y el desmadre. ¿Para qué les sirve estudiar y guardar las formas más que para emigrar a Europa? Los botelloneros son los herederos de España.
El Síndrome de la gata Flora.
Los adoradores de la Ley y el Orden descubren de la noche a la mañana que las aglomeraciones para “consumir” en la vía pública sin control representa una alteración de orden público y de convivencia para la ciudadanía.
Durante décadas se ha mirado hacia otro lado porque representaba una fuente de ingresos no desdeñable, un sector dinamizador socio-económico y hasta una forma tradicional de la idiosincrasia patria de socialización de la que se ha llegado hasta a hacer campaña electoral entroncando la tradición con la Liberta.!!!
Por otra parte, muchas corporaciones municipales en una afán de dar oportunidades añadidas a muchos locales que no reúnen por espacio interior y normas Covid las condiciones necesarias, han facilitado la anexion de zonas públicas e incluso viales, para la instalación de terrazas que colmen de orgullo y satisfacción a propietarios de negocios y usuarios sin contemplar en modo alguno la opinión de los sufridos vecinos que se tienen que ir a aparcar a Chindasvinto y aguantar la algarabia hasta altas horas de la madrugada con un despareció total a las normas de convivencia, regulaciones y ordenanazas municipales.
Llegados a este punto, inferimos que no se puede consentir y solicitamos dimisiones en masa porque los responsables -que siempre son los opuestos a nuestra ideología- deben abandonar los mismos porque lo están haciendo fatal y tal y tal.
Olvidamos la premisa fundamental en origen: el botellón y todas las orillas que bordean el negocio, siempre pero siempre han estado prohibidas en nuestras calles, plazas, parques y zonas públicas, pero … mientras ha llenado las arcas ha sido bienvenido. Ahora toca una labor herculea de reeducar a esa juventud y no tan jóvenes que “consumir” en la vía pública no es de recibo. No les arriendo la ganancia.
¿Y luego algunos se quejan de que el gobierno británico no inclya en la lista verde par viajar a Baleares....?, lo extraño es que alemanes y otros puedan regresar de Mallorca sin ninguna restricción. O aprenden rápido o aprenderán por las malas.