Léame si no tiene el virus

Los daneses y los noruegos han reabierto su conectividad pero han excluido expresamente a los suecos. Las razones parecen obvias: el número de daneses y de noruegos afectados por el coronavirus es notablemente inferior al de suecos, pero también podríamos razonar que estos, ya inmunizados, son menos peligrosos. España ha aplicado la cuarentena a todo el mundo que venga de fuera: la razón no es la misma que en Dinamarca o Noruega porque, salvo Bélgica, nosotros tenemos muchos más casos propios por millón de habitantes que cualquier otro país de Europa. Pero lo decidimos, y listo. Grecia ha anunciado que abre sus fronteras desde el 15 de junio y deja fuera a los ingleses, que en otros momentos les han salvado la temporada. 

En Italia se ha armado un verdadero lío entre el norte y el sur porque este tres de junio se abre el país para el tráfico interior y las regiones del sur, mucho menos afectadas por la epidemia no quieren que los del norte les visiten. Pero los lombardos, que siempre han arrastrado económicamente al país con su productividad, se sienten muy enfadados. Y algo de razón no les falta: después de lo que han pasado ¡hay que aguantar que te rechacen!

En España, toda provincia que no pasó de fase al mismo tiempo que las demás se sentía discriminada. Ayer mismo, en la prensa de León, alguien con sensatez decía que no hay que temer que los madrileños vayan a los pueblos, porque tampoco serán tantos. Pero ya verán cómo son recibidos.

Al final, el virus habrá conseguido introducir en la sociedad un nuevo factor de división: la sospecha de si el otro está o no contagiado. Como no tenemos certezas, nos guiamos por datos como si es de Madrid, si viene de otro lado, si tiene ojos rasgados, o si tose.

Tanto tiempo escuchando el rollo de no discriminar, no estereotipar, no atribuir nada en función de la raza, la nacionalidad, la procedencia, para que al final el ser humano muestre su cruda realidad como siempre. ¿Se acuerdan de esos edificios en los que los vecinos pegaban amables carteles en los ascensores pidiendo a otros vecinos que trabajan en supermercados para que se mudaran? Pues eso, puro egoísmo.

Por cierto. Espero que no haya leído esto teniendo el virus, que me contagia.