Hágase pasar por alemán

Hace dos días, en un pequeño pueblo turístico, bien pronto por la mañana me encontré en una terraza con dos parejas de extranjeros. La terraza pertenece a un hotelito rural, tal vez de diez habitaciones. Los turistas, respetando las normas, desayunaban tranquilamente, para después dar algunos paseos por las cercanías.

Hoy leo que la Guardia Civil ha retenido y sancionado a una mujer madrileña de setenta y cinco años que había viajado a su segunda residencia de Alicante cuando, como todos sabemos, los españoles tienen prohibido hacerlo.

Yo le diría a nuestra conciudadana que diga que es alemana. Que demuestre no entender nada de lo que le dice el Guardia Civil. Que hable como los extranjeros en las películas de Paco Martínez Soria. Porque vivimos en un país extraordinario en el que los turistas pueden moverse tranquilamente y los locales, no.

Me perdonarán pero no lo puedo entender ni aceptar. No sé cómo la sociedad puede perdonar a las autoridades que cometan esta barbaridad. Si me preguntan, para mí lo más adecuado es que, con las limitaciones de seguridad que sean necesarias, viaje todo el mundo. Esa pareja de turistas que estaba desayunando en este hotelito, si le hubiéramos prohibido, estaría desayunando en otro lugar, igual con el mismo riesgo. Si se respeta lo que dice el sentido común, para mí está bien. Pero si los que entienden piensan lo contrario, pues que nos encierren a todos. A todos. O sea a todos. Porque no puede haber diferenciaciones por nacionalidad, dado que se ha demostrado que el virus no pide el DNI antes de atacar, como sí hacen los policías.