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EDICIÓN ESPAÑA

Euforia y depresión

Estas dos palabras definen respectivamente la situación en los dos primeros mercados emisores de turistas de Europa. Euforia en Reino Unido; depresión en Alemania. Pero esto era esta semana. Mañana mismo, cualquier dato puede hacer que las cosas se modifiquen radicalmente.

En el caso británico, existen motivos para la tranquilidad porque ni un día desde el 15 de enero ha sido igual o peor que el anterior. Casi sistemáticamente, tanto los datos de contagios como los de ingresos hospitalarios han seguido bajando, al punto de que hoy se puede decir que no hay epidemia. Sólo persiste un fuerte control de fronteras en un país cuya población está básicamente vacunada –quedan los jóvenes que, como es bien conocido, tienen menos riesgo.

En Alemania, en cambio, las cosas no van tan bien. Desde el 14 de febrero a hoy sólo ha habido aumento en el número de contagios. Cada día, Alemania suma unos veinte mil contagiados más. El número de fallecidos está muy por debajo de lo que ocurría en enero, pero aún así se rondan los 230 fallecidos diarios, que es una cantidad muy elevada. Tampoco las vacunas están llegando como tocaría, por lo que el clima no es muy optimista a día de hoy. Sin embargo, siempre esto puede cambiar.

Los mayoristas del turismo esperan en los dos casos poder operar este verano con cierta normalidad. La cuestión es qué significa “cierta”. Ellos calculan que podría ser que se desplazaran la mitad de los viajeros habituales. A medida que la temporada avance, en septiembre y octubre, probablemente se podrá esperar un resultado mejor. 

Además del humor local, está también la oferta en destino. España no está bien –la situación en el País Vasco, por ejemplo, es mala– pero a día de hoy los archipiélagos pintan mejor. Sin embargo, con vacunaciones bastante limitadas, ahora el problema es un rebrote que pueda estropearlo todo.

Incertidumbre, cambios de humor y dudas es lo que tenemos.

 


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    Pagascal
    2 años

    La solución es abrir fronteras de par en par solo a los clientes de establecimientos turísticos y hacer firmar a los empleados de aeropuertos, aerolíneas, autobuses, taxistas, hoteles y restaurantes una declaración de responsabilidad de que no se contagiarán en su puesto de trabajo y, en caso contrario, despido e indemnización al empresario. Así podríamos convertir los contagios en ingresos y dejar de mendigar paguitas al Estado.

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