El Titanic sigue avanzando

No, el turismo, nuestro Titanic, no se va a hundir, pero todo apunta a que este año va a tener una colisión morrocotuda. Sin embargo, la orquesta sigue tocando y nadie parece notar las señales de alarma que están lanzando los diversos mercados emisores. En Alemania, uno de los puntos calientes, las ventas de vacaciones para España están cayendo un veinte por ciento sobre estas mismas fechas del año pasado. Por contra, Turquía, que este año ya marcó un repunte espectacular, vuelve a dispararse, ayudada ahora por la devaluación de su moneda.

Sin embargo, en España seguimos aturdidos: el batallón de autoridades que cada año convergen en Fitur y que parcialmente visitará en los próximos días la feria de Londres, sigue sin enterarse de lo que está ocurriendo. Y sigue sin diseñar ningún plan de acción. Y sigue bloqueando inversiones hoteleras. Y sigue con sus políticas de elevar la fiscalidad. Y sigue sin definir una política coherente ante el fenómeno del alquiler turístico. No obstante, las declaraciones rimbombantes que no falten, las medidas, por el contrario, son invisibles.

Los datos en nuestro país van por un lado, la política va por otro. Lo conocemos porque prácticamente esa es la tónica habitual en nuestra vida diaria, en nuestro pasado inmediato. ¿O no tenemos presente que media España estaba en las colas del paro mientras Zapatero aún nos decía que veía brotes verdes?

Ciertamente, nada hace presagiar una catástrofe, pero sí un cambio de rumbo que puede tener un coste elevado en materia de empleo. Porque, al final, quien paga la inconsciencia de nuestras autoridades es el trabajador, es el humilde empleado que no consigue un puesto de empleo para vivir. Esperemos que este año no sea aún un problema serio, pero 2020 desde luego, no tiene buena pinta.