El secreto de Piñero

El caso de Pablo Piñero es digno de ser analizado con detenimiento porque desmonta muchos de los tópicos al uso entre quienes sostienen que España es un país en el que los círculos dirigentes están cerrados a quienes no pertenecen a ellos.

Piñero era un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía cuando decidió abrir una pequeña agencia de viajes en su Murcia natal. Y era un simple agente de viajes cuando decidió montar un pequeño mayorista que vendiera viajes a Mallorca. Y era simplemente un pequeño agente cuando abrió su primer establecimiento hotelero en Mallorca. Y, por supuesto, era un atrevido cuando abrió su primer hotel de envergadura en el Caribe.

Piñero fue siempre un pequeño empresario que fue avanzando con valentía en terrenos que desconocía pero de los que fue siempre capaz de extraer lecciones válidas. Y como tal, llegó a ser una de las fortunas más importantes de España en materia turística.

Es muy importante explicar detenidamente que aquí no hay trucos, que aquí no hay juegos malabares con la banca ni con las finanzas. Piñero es simplemente un hombre que trabajó y que, como tal, ha sido capaz de convertirse en un gran empresario.

Ciertamente no es el único caso, pero sí que es otra prueba que demuestra que no es imposible la permeabilidad social, que nada limita el crecimiento de quien sepa qué hace, de quien tenga habilidad para entender la economía, de quien sepa moverse, de quien tenga la inteligencia de descubrir dónde están los puntos fuertes de este negocio.

Como se ve, no está cerrado ni a los policías nacionales, ni a los agentes de viajes, ni a los pequeños hoteleros. Las grandes fortunas no nacen por azar sino con trabajo. Igual que se destruyen sin inteligencia y sin capacidad.