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EDICIÓN ESPAÑA

Opinión

El gran riesgo de la empresa familiar

La decisión de Pablo Piñero, el propietario de una de los grupos turísticos más importantes de España, de nombrar a su hija Encarna como CEO de todo el conglomerado, no es simplemente la escenificación de una sucesión ordenada sino que es otro ejemplo de un proceso pacífico en la herencia de una gran empresa, que está demostrando un gran saber hacer.

 

El asunto no es únicamente un tema interno, personal, familiar. El asunto tiene importancia social porque muchísima gente vive de los hoteles y viajes de este grupo empresarial. Es lo que ocurre con casi todas las demás grandes empresas turísticas españolas, que son familiares y que dan empleo a decenas de miles de trabajadores. Por eso interesa elevarse de la anécdota para confirmar que el proceso de sucesión está funcionando.

 

En primer lugar, se cumple la exigencia de que Encarna Piñero está perfectamente preparada para el cargo que ocupa y, además, esto le va. Ello, aunque parezca una obviedad, no siempre se cumple. No todos los hijos tienen interés en el negocio, sienten vocación por la empresa o están cualificados para ello.

 

En segundo lugar, la transición está pactada, negociada, de forma que se evitan tensiones familiares que en mil casos han acabado con las empresas en las que tiene lugar el proceso.

 

En tercer lugar, los mecanismos de operación de capital, como ya ocurriera en otras empresas, permiten garantizar que, si bien la gestión no será para todos los herederos, la participación en el capital sí, lo cual apunta a una solución ecuánime y viable.

 

Las herencias, las sucesiones, suelen ser el primer obstáculo que tienen las empresas familiares para su supervivencia. De hecho, muy pocas soportan la transición de las segundas o terceras generaciones en adelante, porque los componentes familiares más valiosos, como el respeto y la discreción se suelen perder y estas cosas acaban en los medios de comunicación, en los tribunales cuando no a grito limpio en el medio de la calle.

 

De hecho, se puede afirmar que ese es el mayor riesgo al que se enfrentan las empresas familiares. Son empresas que pueden resistir muy bien las crisis económicas, que aguantan bien las tensiones del mercado, que no sufren si un año no dan beneficios, pero tienen el talón de Aquiles de que las transiciones entre generaciones de gestores son muy delicadas.

 

Afortunadamente, también el grupo Piñero, como bastantes otras empresas turísticas de su tipo, parecen encajar el proceso en orden y sin complicaciones.


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