El Gobierno, “desesperado” por los turistas

No es fácil que un gobierno coordine a la perfección todos los mensajes que se emiten en su nombre. Siempre hay una voz disonante o, si lo prefieren, un periodista quisquilloso que encuentran motivos para acusar de contradictoria a la comunicación oficial. Pero en España creo que les damos carnaza en abundancia a estos críticos porque no es normal que mientras un ministro dice no al turismo, otro dice que “estamos desesperados por recibir viajeros”.

Todos ustedes conocen los incontables mensajes que lanza el Gobierno, muy especialmente la rama podemita del mismo, con el ministro Alberto Garzón al frente. No es que los demás integrantes del gobierno se muestren mucho más constructivos: España, por ejemplo, es el único país del sur de Europa que no ha creado bonos de ayuda a la reactivación del turismo, lo cual no sé si es bueno o es malo pero sí demuestra que la actitud pública no es excesivamente pro-turismo, con la excepción de Plus Ultra, pero es que esta es una empresa estratégica.

Pero, en otro mundo inexplorado por nosotros, toda la prensa popular europea, la que va dirigida al público que compra viajes, lleva dos días publicando con generosidad tipográfica unas declaraciones del “ministro de Turismo” diciendo que “España está desesperada por recibir a los turistas”. “Desesperada”, literalmente. Como si aquí el gobierno no durmiera por este motivo.

Ese “ministro” es Fernando Valdés, que no es exactamente un ministro para nosotros, pero sí para otros países que tienen una visión un poco más amplia de lo que es gobierno. Valdés, en efecto, dijo este miércoles que España está esperando ansiosamente la llegada de turistas, lo cual ha sonado de maravillas en los oídos de nuestros dos principales clientes, los alemanes y los británicos.

Es decir: el mensaje internacional, que en España apenas nadie ha oído –ni siquiera sabemos quien es Valdés– es de ansia por el turismo, mientras que el interior, el de consumo local, dice que este turismo no nos va, que se aguanten un poco. Todo menos la idea de que el gobierno esté “desesperado” por recibir a los viajeros.

Dos mensajes contrapuestos, un mismo gobierno.