Más sanciones a Alitalia

La acumulación de sanciones de la Comisión Europea sobre Alitalia es una clara demostración de la incompetencia e inutilidad de Europa en la aplicación de políticas de libre mercado en la aviación. Atada por los compromisos políticos con los países, muy especialmente con Alemania y Francia, la Comisión adapta sus medidas a las quejas de los políticos nacionales, de manera que sólo es dura cuando no afecta a nadie. Como en el caso de Alitalia: ahora que la empresa no existe jurídicamente, le caen más y más sanciones que afortunadamente no preocupan a nadie porque no se tendrán que pagar (Dura sanción de Bruselas a una Alitalia que ya no existe).

Sin embargo, lo más patético de la Comisión Europea viene de la lectura de la última ola de sanciones: dice que el Gobierno italiano no actuó como lo habría hecho una empresa privada. La Comisión Europea parece pretender que el sector público actúe hacia las empresas como lo habría hecho el sector privado, esperando el rédito económico y no el electoral. Nadie duda de que ni siquiera la propia Comisión Europea actúa con otro criterio que la supervivencia política y no la rentabilidad.

Con este argumento, dice la divertida e inútil sanción a Alitalia que el Gobierno italiano prestó el dinero a Alitalia sin comprobar qué posibilidades había de devolución.

Yo discrepo: Italia sabía perfectamente que no había ninguna posibilidad de devolución del dinero, pero era una cuestión política, de supervivencia de la aerolínea.

Más divertido aún, la Comisión dice eso de Alitalia, y la sanciona, pero no dice nada de que el Estado italiano esté gastando ahora mismo más de mil millones de euros (si hemos de aceptar lo que se dice públicamente, que probablemente sea el mínimo inevitable) en una aerolínea nueva, Ita, que en realidad es Alitalia, para venderla a Lufthansa por mucho menos que ese importe, tal vez ni siquiera los 600 millones. ¿Lo habría hecho el sector privado? Pero eso no se puede sancionar porque el beneficiario es Alemania.